La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

28 de febrero de 2012

Dos artículos de Jaime Torrubiano sobre Juan F. Correas

Portada de la obra de Juan Francisco Correas

Juan Francisco Correas fue un seminarista seguntino que, después de ser ordenado sacerdote, recorrió buena parte de la geografía peninsular organizando sindicatos católicos agrarios, hasta el punto de que se puede afirmar que fue uno de los más importantes teóricos y prácticos del catolicismo social español. Sacerdote, activista, escritor, periodista y siempre viajero, encontramos su huella en las diócesis de Sigüenza, Toledo, Jaén… Cuando la doctrina social de la Iglesia alcanzó la madurez, también encontramos a Juan Francisco Correas en el nacimiento del Partido Social Popular. Pero en 1923 la Dictadura de Primo de Rivera fracturó las filas del catolicismo social. Correas se sumó con entusiasmo a los corifeos del dictador y otros, como Ángel Ossorio Gallardo fueron excluidos políticamente y, en el caso de Jaime Torrubiano Ripoll, excomulgados y encarcelados. Ofrecemos dos artículos sobre Juan Francisco Correas y su obra escritos por José Torrubiano antes de que el catoliscismo social mostrase todas sus contradicciones y se malograsen sus proyectos comunes.

CUMPLIENDO UN DEBER
Pocas veces tomo mi pluma con más cariño que lo hago para trazar estas líneas, necesariamente demasiado breves.
Ahítos de convencionalismos y de farsas, aterido el corazón en medio del mar de hielo del egoísmo de esta desorientada sociedad, se siente una nueva vida, se respira aire puro de brisa mañanera de la montaña, cuando se halla un hombre apóstol totalmente penetrado del espíritu de Cristo, que no mide las penas cuando de evangelizar la paz se trata, enamorado del pueblo sobre el que derrama su corazón grande, siempre en consonancia con sus palabras y con sus obras.
Tal es el infatigable propagandista social agrario, R.P. Juan Francisco Correas, sacerdote de extraordinaria competencia y celo extraordinario.
Él más que nadie conoce a nuestro pueblo; él ha pulsado sus necesidades y se ha consagrado en holocausto a su remedio. Su peregrinación por España, derramando amor y consuelo, dignificando las almas y echando los más firmes cimientos del enriquecimiento de la patria, es ya merecedora de una historia biográfica que comienza a levantar el monumento que le debe el agradecimiento nacional.
Lo que le ha enseñado una rica experiencia de muchos años y ha rumiado él incesantemente al calor de su celo, acaba de verterlo en una hermosa obra titulada La reconstitución nacional por los sindicatos agrícolas.
No es obra ésta, como tantas que se anuncian, vulgares y que nada dicen: es un tesoro de amor cristiano y de organización sindical. Es obra de que no debiera carecer un solo párroco, ni un solo gran propietario, ni un solo propagandista cristiano.
No falta en ella la consideración doctrinal ni el rasgo oratorio de gran elocuencia relativos a la palpitante cuestión social de España; consideración y rasgos que sacuden vigorosamente a las conciencias dormidas y son aguijonazos fuertes a cuantos tienen alguna misión social que cumplir; pero es, ante todo, la obra del P. Correas obra de práctico y de organizador. No falta en ella el más insignificante dato que pueda necesitar el que se siente con vocación social en el campo; todas las dificultades de organización y de funcionamiento interno y legal que se presentan en las asociaciones agrarias están llanamente resueltas en La reconstitución nacional por los sindicatos agrícolas; de suerte que el más corto de alcance puede con su ayuda constituirse en director y propulsor de la más provechosa obra de restauración nacional.
¿Cuándo aprenderemos los españoles a gastarnos el dinero no en locuras que nos disipan y empequeñecen, sino en elementos de estudio que nos rehabiliten y engrandezcan? Seis pesetas cincuenta céntimos cuesta la obra que recomendamos; pero, no lo duden los lectores, darlas por ella es canjear escoria por oro puro, no sólo por elemento intelectual sólido que ella contiene, sino también porque en su doctrina hallarán la fuente del enriquecimiento material de los pueblos.
Tanto más hemos de adquirirle ejemplares de su hermosa obra al P. Correas, cuanto es ya hora de que no sólo hallen apoyo y prosperen entre nosotros los danzantes y toreros, sino más que nadie los hombres sacrificados, que han consagrado su vida a la prosperidad material y espiritual de España. Esa obra será en todas las bibliotecas, aunque las ocupaciones no permitan leerla, una ejecutoria de españolismo y de protesta a la leyenda de nuestra frivolidad.
Los pedidos al autor, Secretariado Nacional Católico Agrario, Cervantes 25, Madrid.
Jaime Torrubiano Ripoll (El Defensor de Córdoba, 10 de marzo de 1918)

UN GRAN APOSTOL
Tal vez sea yo el escritor contemporáneo que más se ha preocupado y más ha escrito, de un tiempo a esta parte, de la cuestión clerical en España, cuestión en la cual, a la hostilidad callejera siempre contraproducente, a la corta o a la larga, ha sucedido la terrible y mortífera hostilidad del silencio calculado y satánico.
Los proyectos que el estudio de tal cuestión me ha sugerido, que comencé a exponer en El Correo Español y que he de desenvolver en El Pensamiento Español, próximo a salir a la luz, van acompañados de la obsesión de unos pocos hombres, escasísimos por desgracia, del clero actual, cuya obra tenaz y perseverante de sabia evangelización es preciso poner a la luz del día.
De uno de ellos quiero ocuparme hoy, estrella de primera magnitud en el cielo del apostolado social.
Tiempo ha que profeso adoración cariñosísima al infatigable y virtuosísimo sacerdote don Juan Francisco Correas; ha sido maestro de todos los propagandistas agrarios que hoy siembran con tanto fruto por España la semilla de la sindicación cristiana. En este terreno, tres hombres han precedido a todos en la acción y en la organización: Aznar, Correas y Morán; Aznar y Morán son los hombres del cerebro. Correas es el hombre del corazón y de la acción. Correas ha templado las almas de esa brillante juventud, que enamora, que es la esperanza de la patria futura, que pisa con huella de luz y de amor los campos esquilmados por la usura y quemados por las lágrimas del pobre. La gigante Confederación Nacional Católico Agraria tiene por padres a Aznar, a Correas y a Morán; no puede desconocerse sin ingratitud y España o puede olvidarlo sin deshonor.
Con dolor he contemplado como otros se han alzado con la honra y con el provecho, no, tal vez, por culpa de ellos, que son también grandes apóstoles, sino por obra de cierta prensa personalista, cuyos extravíos no nos es lícito todavía poner de manifiesto. Yo que, voluntariamente, en el altar de la sinceridad y de la pureza cristiana, me he cerrado todas las puertas que se me abrían a la gloria y al esplendor humanos, por aquello de San Pablo: “lejos de mí gloriarme sino en la cruz de Nuestro Señor Jesucristo”, rompo una lanza por esos hombres ilustres, cumpliendo el precepto del divino maestro: “Que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los Cielos”.
La obra de Correas es extensísima y de hondas raíces. Sólo un sacerdote como Correas pido en cada diócesis; uno solo.
En sucesivos artículos quiero poner de manifiesto la obra de Correas. El señor Obispo de Jaén, como vigilante pastor, ha sabido conocer el gran valor, escondido por intereses personales, y lo ha llevado a sí, y ha hecho de su palacio episcopal nido de águila social agraria para que lo convierta en hoguera de apostolado cristiano; y desde él ha remontado ya su vuelo el ave de la paz de los campos andaluces y extremeños.
Felicitamos muy calurosamente al insigne Prelado de Jaén por el insuperable acierto, ¡y el Padre Correas nos perdone la audacia de poner nuestra mano pecadora en su gloriosa historia!; tiempo ha que debimos hacerlo, pero inexcusables ocupaciones nos lo han impedido.
Debemos acompañar en su camino a los hombres que trabajan, sembrándolos de flores y colmándoles de dulzuras y de alientos para que no desfallezcan, ¡el consuelo de la gratitud no mancilla la rectitud de la intención ni la pureza del merecimiento; somos hombres, y los suaves caminos del espíritu, cuando son verdaderamente divinos, son muy humanos.
Jaime Torrubiano Ripoll (El Defensor de Córdoba, 14 de junio de 1919 y Gaceta de Tenerife, 1 de julio de 1919)

27 de febrero de 2012

La Unión de Lucha y el comunismo internacional

Mao Zedong (Archivo La Alcarria Obrera)

Al comenzar la década de los años 80 del siglo pasado, la Unión Soviética empezaba a dar señales del agotamiento político, económico y social que, muy pronto, llevaría al colapso del bloque soviético. Mientras tanto, en China, el otro gigante comunista, se había sustituido el viejo dogmatismo de Mao por el nuevo pragmatismo de Deng. Las bases ideológicas, y hasta logísticas, del movimiento comunista internacional empezaban a cuartearse. Los grupos que se reclamaban fieles seguidores del maoísmo más ortodoxo, en España con la Unión de Lucha Marxista-Leninista, intentaron reagrupar fuerzas y emitieron el comunicado que ahora presentamos, que no pasaba de ser una declaración de buenas intenciones y un listado de tareas de clarificación ideológica que no terminaban de concretarse. Diez años después, la Historia había hecho viejas sus predicciones y barrido sus esperanzas.

Hoy el mundo se encuentra en el umbral de sucesos muy importantes. La crisis del sistema imperialista está creando rápidamente las condiciones que llevan al peligro de que estalle una nueva guerra mundial, la tercera: condiciones que dan también perspectivas reales para la revolución en todo el mundo. Durante estos últimos años, han estallado luchas revolucionarias en varios países, incluso en algunas regiones que tienen importancia estratégica. Todas las potencias imperialistas se preparan a comprometer a los obreros y a los pueblos oprimidos en una masacre recíproca sin precedentes, a fin de poder defender y extender aún más sus imperios basados en las ganancias y en la explotación de todos los pueblos. Las potencias imperialistas y las clases dominantes reaccionarias se han agrupado en dos bandas rivales de asesinos y esclavistas, en dos bloques que están dirigidos por los imperialistas yanquis y por la Unión Soviética igualmente imperialista. Esta guerra que se perfila en el horizonte estallará a menos que la lucha revolucionaria de las masas, la toma del poder político por la clase obrera y por los pueblos oprimidos, pueda impedirla. Pero si la guerra se produce, representará una crisis extraordinariamente concentrada del sistema imperialista que agudizará las condiciones objetivas para las luchas revolucionarias, lo que debe ser aprovechado por los marxista-leninistas.
Pero en el mismo momento en que los obreros y los oprimidos de todos los países se encuentran amenazados por tales peligros, enfrentan los desafíos de la situación, las posibilidades que ésta ofrece, las filas de los marxista-leninistas que tienen la responsabilidad de dirigir a la clase obrera y a los pueblos para hacer la revolución atraviesan por una grave crisis. Los marxista-leninistas sufrieron un duro golpe después que el revisionismo llegó claramente al poder en la Unión Soviética dirigido por Jruschov: y nuevamente en 1976 después de la muerte del camarada Mao Tse-tung, en que una nueva burguesía contrarrevolucionaria tomó el poder en China socialista y arrastró nuevamente a un cuarto de la humanidad al camino capitalista. A esta gran pérdida se han agregado los ataques a las grandes contribuciones que Mao Tse-tung ha hecho al marxismo-leninismo, la ciencia revolucionaria de la clase obrera. Estos ataques no han sido lanzados solamente por los nuevos dirigentes reaccionarios de China, sino también por aquéllos que han desertado de las filas de la revolución y evidentemente los revisionistas soviéticos mismos están mezclados en estos ataques.
Ante esta situación, que se hace cada vez más aguda, y reconociendo la urgente necesidad de recoger el gran desafío que implica esta situación, representantes de varios partidos y organizaciones marxista-leninistas se han reunido para discutir cómo salir de esta crisis; cómo avanzar sobre la base de forjar una justa línea ideológica y política para el Movimiento Comunista Internacional y unirse en torno a esta línea.
Durante la reunión se llegó a la unidad con respecto a las cuestiones siguientes, que los partidos y organizaciones que firman estiman ser elementos importantes para el desarrollo de esta línea.
I. LA SITUACION ACTUAL
El imperialismo es la guerra. Esta verdad fundamental que habla analizado Lenin, reviste una importancia muy particular en la situación actual, en que una nueva guerra mundial se prepara. Esta guerra no es consecuencia de la voluntad de talo cual dirigente burgués, sino que deriva de las leyes mismas del sistema imperialista.
En la coyuntura histórica actual, sólo las dos potencias imperialistas más fuertes, los Estados Unidos y la Unión Soviética, son capaces de ponerse a la cabeza de los bloques imperialistas para lanzarse a una guerra mundial. Estas dos potencias imperialistas son también los más fuertes bastiones de la reacción en el mundo actual.
Todas las otras potencias imperialistas son también empujadas por su naturaleza a lanzarse a una guerra ya que son también grandes explotadores, enemigos sumamente reaccionarios y agresivos del proletariado y de los pueblos del mundo.
Ante el peligro de guerra mundial en ascenso, el proletariado y los pueblos oprimidos deben desarrollar su lucho revolucionaria contra el imperialismo y toda forma de reacción. Si tal guerra estalla deben esforzarse por transformar la guerra imperialista en guerra revolucionaria con el objetivo de derrocar a las clases dirigentes reaccionarios.
Durante estos últimos años, poderosos movimientos revolucionarios han tenido lugar en numerosos países, movimientos que han dado duros golpes y que han incluso derrocado a regímenes reaccionarios, estremeciendo el sistema imperialista. Aunque ninguno de estos movimientos revolucionarios haya llevado aún a la dictadura del proletariado, indican una vez más la clara posibilidad de instaurarla.
Las condiciones objetivas para la revolución están madurando a través del mundo. En algunos países estas condiciones están dadas. Pero las condiciones subjetivas, en especial el desarrollo del movimiento marxista-leninista, están seriamente retrasadas respecto de las primeras.
II. LAS TAREAS DE LOS MARXISTA-LENINISTAS
Es necesario rescatar y aplicar los principios fundamentales del marxismo-leninismo, que los oportunistas y los revisionistas han tratado de camuflar o enterrar de múltiples maneras.
-La dictadura del proletariado. Desde la época de Marx hasta nuestros días, este principio siempre ha sido pisoteado por los revisionistas. Luchar o no por establecer la dictadura del proletariado y la cuestión de defender y de reforzar dicha dictadura allí donde ha sido establecida, han sido siempre piedra de toque fundamentales para los marxista-leninistas.
No sería justo, y de hecho sería particularmente perjudicial en las condiciones actuales, desconocer la importante experiencia (positiva y negativa a la vez) adquirida por el proletariado desde la época de la Revolución de Octubre, con respecto a la dictadura del proletariado. En particular, las grandes enseñanzas de Mao Tse-tung sobre la cuestión de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado y la experiencia de la Revolución Cultural que él dirigiera, son de vital importancia. El camarada Mao Tse-tung hizo notar justamente que durante todo el periodo del socialismo, es decir durante la transición al comunismo, las clases y la lucha de clases existen aun. Señaló el hecho de que la burguesía no sólo continuaba existiendo sino que era continuamente engendrada dentro del socialismo. Señaló las bases materiales e ideológicas de esta burguesía al igual que los medios para combatirla.
Mao demostró claramente, por primera vez en la historia de la ciencia del marxismo-leninismo, que los jefes y la sección más importante de la burguesía (después que la transformación socialista del sistema de propiedad haya sido terminada a grandes rasgos) son los responsables que siguen el camino capitalista en el interior del partido y del aparato del estado. Mao dejó en claro que durante todo el periodo socialista de transición serían necesarias reiteradas luchas de masas como la Revolución Cultural contra la nueva burguesía.
La Gran Revolución Cultural Proletaria fue un movimiento revolucionario de masas sin precedentes, movimiento que logró durante diez años impedir la restauración capitalista, que formó sucesores revolucionarios que luchan actualmente contra los nuevos dirigentes capitalistas en China y que contribuyó a difundir el marxismo-leninismo en el mundo. El hecho de que a fin de cuentas la Gran Revolución Cultural Proletaria no haya podido impedir el derrocamiento de la dictadura del proletariado no aminora en modo alguno su importancia histórica, ni la importancia de las lecciones que de allí puede sacar el proletariado mundial.
-La toma del poder por la fuerza de los armas, la solución de la cuestión a través de la guerra, es la tarea central y la forma más elevada de la lucha de clases.
Esto es universalmente verdadero para todos los países. La "vía pacífica al socialismo" está sembrada de los cadáveres de quienes han confiado en este camino siguiendo los consejos traidores de los revisionistas.
El principio de la lucha armada de las masas ha sido también abandonado por otros revisionistas que lo reemplazan por tesis y prácticas putchistas, o por frases vacías ya que renuncian a todo tipo de preparación política y organizativa. Cualquiera que sean las etapas que la revolución pueda atravesar, hay que propagar ampliamente entre las masas populares el hecho de que es necesario tomar el poder político por la fuerza de las armas, los marxista-leninistas deben hacer los preparativos necesarios en los terrenos ideológico, político y organizativo, teniendo en vista este objetivo y deben esforzarse por desencadenar la lucha armada por la loma del poder desde que las condiciones para ello estén maduras. En una frase, los comunistas son partidarios de la guerra revolucionaria.
La lucha armada debe ser llevada a cabo de forma tal que se trate de una guerra de masas, y a través de esta lucha armada las masas deben ser preparadas en lo ideológico, político y organizativo para ejercer el poder político.
Cualquiera que sean las fuerzas y las etapas necesarias del proceso revolucionario, hay que trabajar principalmente para constituir les fuerzas armadas de las masas, dirigidas por el partido, aunque es necesario también desarrollar un trabajo político en las fuerzas armadas del enemigo para facilitar la desintegración de esas fuerzas armadas y para poder ganar a tantos soldados como sea posible durante la lucha revolucionaria.
-La existencia y el papel dirigente del partido del proletariado es otro principio fundamental. Esto se traduce en una organización de vanguardia del proletariado Que debe asumir una línea ideológica, política y organizativa revolucionaria marxista-leninista frente a los principales problemas de la revolución: que combata en todo momento, dentro y fuera de sus filas, contra todas las influencias burguesas y revisionistas. Que practique permanentemente la crítica y la autocritica, el centralismo basado en lo democracia. Que tenga una férrea disciplina consciente, todo ello para ligarse estrechamente a las masas para elevar, generalizar y coordinar sus luchas, especialmente políticas, conduciéndolas a arrebatar el poder a las clases dominantes. Con este objetivo, el partido debe dar gran importancia a formular y difundir, de acuerdo a los principios, una estrategia, una línea y política concretas de acuerdo a las condiciones del país y los intereses y deseos de las masas por liberarse. El partido debe prestar gran atención a las formas ilegales de lucha y organización para conservar su independencia y educar a las masas en la lucha contra sus enemigos. Estas formas ilegales, desde un punto de vista estratégico, son las fundamentales.
Al mismo tiempo el partido debe aprovechar las posibilidades legales para ampliar su influencia, sin caer ni promover ilusiones en la democracia burguesa y debe prepararse para la inevitable represión de los reaccionarios.
-La dirección de la lucha de masas y de la revolución. El Partido debe ganarla en la práctica aplicando correctamente la línea de masas. El partido debe reforzar continuamente su rol dirigente logrando que las masas y la clase obrera eleven constantemente su nivel político y organizativo y asuman una parte cada vez más importante de las tareas de la revolución. De esta manera, el partido irá creando las condiciones para una auténtica dictadura del proletariado y la extinción final del partido junto a la extinción de las clases en el comunismo.
El capitalismo llegó desde hace tiempo a su última etapa: la del imperialismo. Una de las características más importantes de ésta es la sumisión y el saqueo de los países dominados y la explotación de los pueblos oprimidos. El imperialismo desarrolla y refuerza al hacer esto a los sepultureros destinados a derrocarlo.
En la época del imperialismo, la revolución proletaria mundial, como la analizó Lenin, abarca dos grandes corrientes aliadas, la una y la otra y dirigidas contra el sistema imperialista: la revolución socialista proletaria en los países capitalistas y la revolución de nueva democracia en los países semi-feudales, coloniales, semi (o neo) coloniales. La revolución en estos dos tipos de países tiene aspectos en común, principalmente en los dos casos la revolución debe ser dirigida por la clase obrera y por un partido marxista-leninista y lleva, cualesquiera que sean las etapas que deba atravesar, a la dictadura del proletariado y al socialismo: pero el camino de la revolución en los dos tipos de países tiene también diferencias importantes.
LOS PAISES COLONIALES Y DEPENDIENTES
En los países semi-feudales, coloniales, semi (o neo) coloniales, la revolución debe en general atravesar dos etapas: primeramente la de revolución de nueva democracia dirigida por el proletariado y luego la etapa socialista. Aquellos que quieren saltarse absolutamente esta etapa por principio, mezclando de manera ecléctica la revolución democrática y la revolución socialista, hacen un gran daño a la causa revolucionaria.
Aunque el camino preciso de la revolución en un país en particular dependa de las condiciones concretas que allí existan, las enseñanzas de Mao Tse-tung sobre la guerra popular prolongada son muy pertinentes en este tipo de países. Los revisionistas que atacan la teoría de Mao sobre cercar las ciudades desde el campo, con el pretexto de que ella significó renunciar al papel hegemónico del proletariado, o aquellos que insisten dogmáticamente en que la insurrección en las ciudades es la única forma de tomar el poder en este tipo de países, de hecho atacan la lucha revolucionaria.
La experiencia ha demostrado el hecho de que no es posible liberar este tipo de países del yugo imperialista, y aun menos avanzar en el camino al socialismo, sin la dirección del proletariado y de una línea verdaderamente marxista-leninista. Aunque en general sea posible y necesario desarrollar un frente unido muy amplio en este tipo de países, frente unido que puede incluso a veces abarcar sectores de las clases explotadoras, la experiencia ha subrayado mucho hasta qué punto es importante que los marxista-leninistas conserven la dirección y su independencia política y organizativa, que eduquen ampliamente a las masas en el hecho de que es necesario avanzar hasta el socialismo y finalmente hasta el comunismo, que luchen contra las tendencias al nacionalismo estrecho al mismo tiempo que llevan adelante la lucha por la liberación nacional; que desenmascaren y combatan a la burguesía con los medios apropiados, incluso en lo que respecta a los sectores de le burguesía con los cuales pueden estar aliados en la lucha contra el imperialismo extranjero y las clases reaccionarias en el poder.
Existe una tendencia innegable a que el imperialismo introduzca elementos importantes de relaciones capitalistas en los países que domina. En algunos países dependientes este desarrollo capitalista ha alcanzado tal importancia que ya no sería correcto caracterizarlos como países semi-feudales: sería mejor calificarlos como países predominantemente capitalistas, aunque se puedan encontrar todavía elementos o vestigios importantes de relaciones de producción semi-feudales y que éstos se reflejen todavía a nivel de la superestructura.
En tales países es necesario hacer un análisis concreto de esas condiciones y sacar las conclusiones apropiadas en lo que respecta al camino a seguir, a las tareas, al carácter y el alineamiento de las fuerzas de clase. En todos los casos, el imperialismo extranjero sigue siendo un blanco de la revolución.
LOS PAISES IMPERIALISTAS
En el Manifiesto Comunista, Marx y Engels dijeron que "los obreros no tienen patria". Lenin subrayó que lo anterior se aplica particularmente a los países imperialistas. Siendo éste un principio cardinal del marxismo-leninismo, que es necesario salvaguardar por haber sido deformado por los revisionistas durante decenas de años, es también un principio que reviste una importancia muy particular en la coyuntura actual en que se avecina una tercera guerra mundial. Los comunistas luchan contra toda forma de chovinismo nacional en el seno de la clase obrera y de otros sectores de las masas oprimidas. Esto significa luchar contra todo tendencia a identificar los intereses del proletariado con los intereses de "su propia" clase dirigente imperialista, ya sea con respecto al saqueo de los países coloniales y dependientes, o bien, en particular, en la situación actual, con respecto a la cuestión de lanzarse a una guerra para defender los intereses de la burguesía. Si estalla una tercera guerra mundial el proletariado debe trabajar activamente para la derrota de su propia burguesía, tratando de transformar la guerra imperialista en guerra civil para derrocar a la burguesía y para establecer la dictadura del proletariado.
Aunque el camino de la Revolución de Octubre tenga una aplicación universal en el sentido de que hay que hacer la revolución por lo fuerza de las armas, que hay que establecer la dirección de un partido proletario de vanguardia, establecer la dictadura del proletariado, construir el socialismo, etc. (lo que es válido para todos los países), en los países capitalistas e imperialistas la Revolución de Octubre sigue siendo la principal referencia para la estrategia y táctica de los marxista-leninistas. Estos deben reconocer que en cada país la revolución tomará formas especificas, deben analizar las condiciones concretas y hacer el balance de la experiencia de lucha de las masas, al mismo tiempo que siguen básicamente la línea leninista en cuanto a las medidas políticas y organizativas a tomar que son necesarias para preparar la conquista y ejercicio del poder por el proletariado. Una vez más, el hecho de que los revisionistas hayan deformado y renegado de los principios fundamentales del leninismo constituye, no solamente un hecho histórico, sino que es un problema actual. Al mismo tiempo que se presta atención al análisis concreto de las condiciones concretas de cada país, es necesario estudiar y aplicar correctamente las tesis de Lenin con respecto a la cuestión de la importancia de elevar la conciencia política de la clase obrera y de llevarla hacia su misión histórica, y de desarrollar su lucha política y revolucionaria, la importancia de la prensa comunista y de combatir la influencia del economicismo prestando atención a los deseos y condiciones de vida de las masas. Debemos también estudiar y aplicar las enseñanzas de Mao Tse-tung de basarse en los profundos anhelos de las masas de cambiar sus condiciones de vida.
III. SOBRE LA UNIDAD DE LOS MARXISTA-LENINISTAS
El proletariado es una sola clase mundial, cuyo único interés histórico consiste en emancipar a la humanidad de toda la explotación y opresión y en abrir el camino a la época histórica del comunismo en todo el mundo. Es por eso que el internacionalismo proletario no puede ser separado del marxismo-leninismo y que es una necesidad permanente para la clase obrera y su vanguardia marxista-leninista en todos los países.
Además de esta verdad que es evidente, pero que muchas veces ha sido olvidada, la coyuntura actual exige también que se hagan grandes esfuerzos para desarrollar la unidad de los marxista-leninistas y de los revolucionarios de todos los países, para poder enfrentar las pruebas y las posibilidades que están ante nosotros. De hecho, la unidad dé los marxista-leninistas no es sólo objetivamente necesaria, sino que también es algo que exigen cada vez más los revolucionarios y las masas a través del mundo. En este proceso, como en todo, lo decisivo es la línea ideológica y política.
Lenin subrayaba el hecho de que "la unidad es una cosa muy importante y una gran consigna. Pero lo que necesita la causa de los obreros es la unidad de los marxistas, y no la unidad entre los marxistas y aquellos que se oponen al marxismo y lo deforman".
En nuestra opinión, la unidad sólo puede lograrse sobre la base de líneas de demarcación neta y firmemente trazadas con respecto al revisionismo y al oportunismo en todas sus formas. Esas líneas de demarcación no han caído del cielo ni han sido inventadas por gente sectaria, tampoco pueden ser objeto de debates estériles y académicos: esas líneas de demarcación reflejan las formas esenciales y decisivas con las cuales el revisionismo enfrenta al proletariado revolucionario y al movimiento marxista-leninista en el mundo actual.
La defensa de la contribución de Mao Tse-tung a la ciencia del marxismo-leninismo constituye una cuestión particularmente importante actual y urgente en el Movimiento Comunista Internacional y entre los trabajadores conscientes, El principio en cuestión es nada menos que saber si hay que defender o no las contribuciones decisivas de Mao a la revolución proletaria y a la ciencia del marxismo-leninismo y avanzar sobre esa base. Mao Tse-tung ha desarrollado el marxismo-leninismo en los terrenos de la revolución democrática antiimperialista que llevan al socialismo, de la guerra popular y de la estrategia militar en general; de la filosofía, en la cual hizo importantes contribuciones al análisis de las contradicciones esencia de la dialéctica, y sobre lo teoría del conocimiento, sus lazos con la práctica y con la línea de masas; también aportó en el terreno de la revolucionarización de la superestructura y de la continuación de la revolución bajo la dictadura del proletariado y en la lucha contra el revisionismo en los terrenos teórico y práctico. Se trata entonces, nada menos que de defender el marxismo-leninismo mismo.
La dirección teórica y práctica de Mao constituye un desarrollo cuantitativo y cualitativo del marxismo-leninismo en numerosos frentes, y la concentración teórica de la experiencia histórica de la revolución proletaria en estas últimas décadas. Vivimos en la época del leninismo, esto es, la del imperialismo y la revolución proletaria. Al mismo tiempo afirmamos que la obra de Mao Tse-tung es una nueva etapa en el desarrollo del marxismo-leninismo. Sin defender las contribuciones de Mao y sin construir sobre la base que constituyen, no es posible derrotar al revisionismo, el imperialismo y la reacción en general.
Ligado muy íntimamente a lo dicho anteriormente está la necesidad de oponerse vigorosamente a los nuevos dirigentes revisionistas en China, que han derrocado la dictadura del proletariado y que están restaurando el capitalismo. Han capitulado completamente ante el imperialismo y piden que los demás les sigan en este camino; hoy lo hacen bajo su teoría estratégica "de los tres mundos”, teoría reaccionaria que tratan ante los ignorantes de hacer pasar fraudulentamente como si fuese obra del propio Mao.
Los revisionistas soviéticos y los partidos revisionistas que tienen lazos con ellos, siguen siendo feroces enemigos del proletariado. Durante estos últimos años, los revisionistas soviéticos han tomado una actitud más decidida con respecto a las potencias imperialistas occidentales. Esto es consecuente con sus necesidades en tanto que gran potencia imperialista a la cabeza de un bloque imperialista rival. En varias ocasiones, para tratar de extender su dominio imperialista, han intervenido directamente con sus fuerzas militares o han utilizado a los revisionistas vietnamitas o cubanos que forman parte de su bloque. Esto se ha hecho muchas veces bajo la máscara del "internacionalismo". Los partidos revisionistas históricamente ligados a la URSS han preconizado líneas contrarrevolucionarias como la de la "vía pacífica” y del "compromiso histórico" con la burguesía. En otras oportunidades los partidos revisionistas preparan golpes de estados militares y acciones armadas aisladas de las masas. Es necesario estudiar y analizar más a fondo el papel y la naturaleza de los partidos revisionistas hoy en día, a la vez en particular y en general, pero en todo caso es completamente claro que constituyen enemigos feroces de la revolución proletaria y que el hecho de desenmascararlos y de derrotarlos debe ser un elemento esencial del desarrollo del movimiento revolucionario del proletariado y de la movilización de las masas en la lucha revolucionaria.
El Partido del Trabajo de Albania y su dirección han caído completamente en los bajos fondos del revisionismo. Poco después del golpe de estado contrarrevolucionario en China, el PTA atrajo un cierto número de verdaderos revolucionarios porque se oponía a ciertos aspectos de entre los más grotescos de la camarilla de Teng Siao-ping y Jua Kuo-feng en China, en particular en lo que respecta a la línea internacional. Muy rápidamente sin embargo han superado incluso a Teng y a Jua en la virulencia de sus ataques contra Mao y contra el pensamiento de Mao Tse-tung.
Los dirigentes del PTA han tomado posiciones trotskistas clásicas sobre un cierto número de cuestiones, incluso sobre la naturaleza de la revolución en los países semi-feudales y semi-coloniales, excluyendo la guerra popular como forma de lucha revolucionaria, etc. Lo que es aún más importante es que su posición se acerca cada día más a la línea revisionista soviética sobre una cierta cantidad de cuestiones importantes y de sucesos mundiales determinantes como apareció en la invasión de Camboya por Vietnam, en el levantamiento de los obreros de Polonia y en sus ataques contra Mao similares a los de los soviéticos.
La influencia trotskista se ha visto reforzada con el revisionismo en general y particularmente en el último tiempo con el ascenso de los revisionistas en China y las posiciones revisionistas del PTA. Las organizaciones y partidos que suscriben este comunicado llaman a ligar la lucha contra el revisionismo a la lucha contra las posiciones aparentemente izquierdistas de los trotskistas pero profundamente derechistas en su esencia. Especialmente llaman a oponerse: a su línea "purista", "obrerista ", de negarse a toda alianza con el campesinado u otras fuerzas no proletarias, en particular a la política de frente único contra las clases reaccionarias en el poder; al rechazo de la posibilidad de tomar el poder e iniciar el período de transición socialista en un sólo país; a la forma economicista de ver las luchas de masas y en cuanto a concebir la transición al comunismo básicamente como un desarrollo de las fuerzas productivas.
Las organizaciones y partidos signatarios destacan el aumento del peligro de la socialdemocracia que se encuentra en el poder en varios países y que sigue siendo un Caballo de Troya de los intereses imperialistas occidentales. Además de sus tácticas habituales de conciliación, la socialdemocracia busca en algunos países formar o influir en grupos armados para incidir en una situación de cambio. Los marxista-leninistas deben combatir firmemente su influencia de masas y denunciar todas sus tácticas. Hoy en día, no es solamente posible, sino que es una necesidad vital, tomar medidas importantes para unificar a los auténticos marxista-leninistas en base a las líneas de demarcación claras que han aparecido, y ante las tareas urgentes del movimiento internacional. También es necesario continuar el estudio, la discusión y la lucha en forma colectiva sobre muchas cuestiones importantes. Esto es particularmente evidente en relación con la necesidad de desarrollar una comprensión mucho más amplia y profunda del Movimiento Comunista Internacional. Como lo dijera el Partido Comunista de China en 1963, cuando era un verdadero partido comunista, en su polémica con los revisionistas soviéticos, en lo que respecta a la historia del Movimiento Comunista Internacional y del movimiento de liberación nacional: hay "muchas lecciones y experiencias que sacar: hay experiencias de las cuales hay que alegrarse, y otras de las cuales hay que lamentarse. Los comunistas y los revolucionarios de todos los países tienen que abordar esas experiencias de éxitos y fracasos y estudiarlas seriamente para sacar conclusiones correctas y lecciones útiles”. Hoy a la luz de las experiencias positivas y negativas aun más significativas que han acaecido desde esa época, y teniendo en vista la situación actual y las posibilidades futuras, esta orientación adquiere una significación mayor. Es más decisiva la necesidad de atreverse a pensar y analizar en forma más profunda y penetrante para actuar de manera más audaz.
Antes que el revisionismo moderno se sacase la máscara abiertamente en la URSS y en diferentes países, existían ya en el seno del Movimiento Comunista Internacional diferentes concepciones erróneas que facilitaron el desarrollo de ese revisionismo. Junto a los innegables aportes que prestó la III Internacional a la unidad del proletariado internacional, a la creación de partidos comunistas y a sus luchas, y su gigantesco rol de la Revolución de Octubre que inició la época de las revoluciones proletarias y abrió paso a la construcción del socialismo en la Unión Soviética, nos concierne a los comunistas hacer un balance crítico de estas experiencias, que permita explicar a la luz del marxismo-leninismo la toma del poder por la burguesía en dicho país y otras naciones socialistas, así como aprender también de los errores y desviaciones que se dieron y valorar el grado de influencia de ellos en la corrupción oportunista de la mayor parte del Movimiento Comunista Internacional. Frente a la desmoralización que estos hechos han producido en vastos sectores de masas y frente al aprovechamiento que hacen de ellos los sectores burgueses, presentándolos como muestras del "fracaso" del marxismo, nos compete a los comunistas demostrar que no es el socialismo científico el que ha fracasado y que, por el contrario, él nos permite dar cuenta de los factores objetivos y subjetivos que los han generado. Entre otras cosas, tenemos que investigar y debatir las experiencias de la III Internacional y las razones que condujeron a su autodisolución; la manera como fue resuelta durante la última guerra mundial, la relación entre la lucha revolucionaria contra la burguesía y el imperialismo y la consigna de formar un frente unido anti-fascista, así como la justificación misma de esta consigna; el origen de tendencias revisionistas, como el browderismo, que sembraron la confianza en que podría lograrse una paz duradera y un mejoramiento de las condiciones de vida de las masas sobre la base de acuerdos entre la Unión Soviética y las potencias imperialistas que combatieron contra los estados fascistas, así como de las tendencias conciliadoras a que ellas dieron lugar; las raíces profundas que condujeron a la restauración del capitalismo en la URSS y otros pulses socialistas, prestando atención especialmente al tratamiento que en ellos se dio al desarrollo de la lucha de clases y a una aplicación consecuente de la dictadura del proletariado, a las relaciones entre política e ideología, política y economía y técnica, a la línea de masas, a la correcta solución de las contradicciones en el seno del pueblo y con el enemigo sobre la base de movilizar a las masas, a la relación entre centralismo y democracia en el seno del partido y la relación de éste con las masas. Esclareciendo estos problemas, al margen de las calumnias de los trotskistas y otros enemigos de la revolución, lograremos importantes enseñanzas para el desarrollo de la revolución.
En resumen, pensamos que para la unidad de los marxista-leninistas es esencial profundizar el estudio para hacer un balance de la actividad teórica y práctica de los comunistas en el periodo de la III Internacional, la segunda guerra mundial, y en especial las causas de la llegada al poder de los revisionistas en los países en que el proletariado llegó al poder, especialmente en la Unión Soviética y en China.
Los partidos y organizaciones que firman han recibido y discutido un importante proyecto de texto preparado en conjunto por el Partido Comunista Revolucionario de Chile y por el Partido Comunista Revolucionario de los Estados Unidos. Los signatarios estiman que el texto es, a grandes rasgos, una contribución positiva hacia la elaboración de una correcta línea general para el Movimiento Comunista Internacional. En esta perspectiva, el texto debería ser difundido y discutido, no solamente en el seno de las organizaciones que firman este comunicado, sino también en las masas del Movimiento Comunista Internacional en su conjunto.
Para llevar a cabo la lucha contra el revisionismo en su conjunto y para ayudar al proceso de desarrollo y de lucha por una línea general correcta en el Movimiento Comunista Internacional, los firmantes acordaron publicar una revista internacional. Esta revista puede y debe ser un arma muy importante para ayudar a unir ideológica, política y orgánicamente a las fuerzas de los auténticos marxista-leninistas.
Los partidos y organizaciones que suscriben este comunicado insisten en la necesidad de no solamente conservar el contacto, continuar la discusión y la lucha entre ellos, sino también en buscar activamente a otros verdaderos marxista-leninistas en el mundo y desarrollar relaciones con ellos, en llevar a cabo la lucha ideológica y el trabajo político para ganar sectores aún más amplios del Movimiento Comunista Internacional para consolidar la posición revolucionaria y reforzar sus luchas.
La coyuntura actual en el mundo y en el Movimiento Internacional ponen al proletariado revolucionario, a los pueblos oprimidos y a los marxista-leninistas frente a grandes tareas, grandes pruebas, y sobre todo frente a grandes oportunidades. El marxismo-leninismo, ciencia del proletariado revolucionario, ha sido siempre forjado y templado en la fragua de la lucha de clase. Hoy debemos enfrentar este desafío, ponernos a la altura de las condiciones objetivas, reconstituir la unidad de los marxista-leninistas sobre la base de una correcta línea política y hacer el balance de las experiencias del pasado, luchar por el internacionalismo proletario y haciéndolo avanzaremos hacia el comunismo en todo el mundo.
Otoño, 1980
Unión de Lucha Marxista-Leninista (España), Ceylon Communist Party, Groupe Marxiste-Léniniste du Sénégal, Mao Tsetung-Kredsen (Dinamarca), New Zealand Red Flag Group, Nottingham Communist Group (Gran Bretaña), Organizzazione Comunista Proletaria Marxista-Leninista (Italia), Partido Comunista Revolucionario de Chile, Pour l’Internationale Prolétarienne (Francia), Reorganization Committe, Comunist Party of India (Maxist-Leninist), Revolutionary Communist Party (USA), Unión Comunista Revolucionaria (República Dominicana), Partido Comunista de Perú (Sendero Luminoso), Partido Comunista de Filipinas (Nuevo Ejército Popular), SAMA (Afganistán)

19 de febrero de 2012

Fundación del Instituto de Reformas Sociales

Francisco Silvela (Archivo La Alcarria Obrera)

En la Gaceta de Madrid del jueves 30 de abril de 1903 se publicó el Real Decreto que instituía el Instituto de Reformas Sociales, el primer organismo público y permanente que en Estado estableció para encauzar las protestas obreras, que un año antes se habían manifestado con fuerza en Barcelona, y ofrecer soluciones más ambiciosas que las exclusivamente policiales para la llamada cuestión social. La creciente fuerza del movimiento obrero organizado forzó a la burguesía liberal, incluso a su segmento más derechista representado por el Partido Conservador de Francisco Silvela, a buscar con el proletariado las reformas que acallasen las protestas del proletariado militante. No hay mejor prueba de la importancia que se concedía a este Instituto que la relación de vocales designados por el gabinete: Gumersindo de Azcárate, que fue su primer presidente, Segismundo Moret, Rafael Salillas, Eduardo Sanz Escartín, Raimundo Fernández Villaverde, Melquíades Álvarez y José Echegaray, entre otros.

REAL DECRETO DE 23 DE ABRIL DE 1903, POR EL QUE SE CREA EL INSTITUTO DE REFORMAS SOCIALES.
Señor: La legislación social española, en uno de sus fines de mayor transcendencia, puede hoy concretarse en grandes cifras, que permiten apreciar la eficaz solicitud del legislador para procurar la posible reparación económica de los accidentes del trabajo. No es esta ocasión de detallar estadística tan triste por su origen y tan consoladora por el progreso social que revela, siendo suficiente indicar que desde la promulgación de la Ley de 31 de enero de 1900 hasta hoy, y con referencia solamente a obreros asegurados, se han dedicado más de 2 millones de pesetas a indemnizar tales infortunios, en la forma y grado que ha sido factible conciliar intereses respetables, de obreros y patronos.
Para perfilar estas y otras materias esbozadas, desarrollar gradual y sistemáticamente nuestra legislación social, y conseguir incorporar a la vida nacional lo que en ella se disponga, se hace ya indispensable un organismo adecuado, y considera el Gobierno, después de estudiado este asunto con atención merecida, que se lograría por medio de una reorganización de nuestros actuales servicios en la orientación significada por ambas Cámaras al examinar el proyecto de ley, que no llegó a votación definitiva, sobre el Instituto del Trabajo.
Al efecto se establece dicho organismo en el Ministerio donde tuvo origen este interesante aspecto de nuestra Administración en 1883, y hoy funciona sin dificultades, y en el quedó enlazado a multitud de disposiciones y Centros que sería necesario modificar esencialmente si se trasladase a otro departamento.
Respétase a la vez la actual organización ministerial en su respectiva competencia de asuntos, con sólo procurar que el Instituto propuesto tenga la expansión suficiente para contrastar sus proyectos en los Ministerios con el mismo más relacionados, que son los de Gobernación, Gracia y Justicia y Agricultura, pero dotándole de la unidad de acción necesaria para traducir sus trabajos en una resultante que evite así los perjuicios del criterio unilateral, como los de la diversidad de direcciones, y armonice convenientemente dicha especial legislación con la general.
La esfera amplísima reconocida a la Comisión de Reformas sociales en sus funciones puramente consultivas, ejercidas siempre con elevado, imparcial y patriótico criterio, la tendrá el nuevo Instituto, con una más eficaz acción administrativa y a la que estén atribuidos los medios indispensables para su difícil cometido, a fin de que sea la práctica guía de sus consejos y rija en la realidad el desarrollo de sus proyectos.
Es, en suma, la adaptación de la Oficina del Trabajo de Bélgica, con toda su extensión y virtualidad, a la organización nuestra, en que no existe como allí centralizado en un Ministerio especial cuanto afecta la Industria y el Trabajo en sus múltiples aspectos.
Resta, por último, indicar, que la representación de patronos y de obreros, admitida ya en los organismos provinciales y municipales que funcionan con éxito para la reforma social, lo será, también en el proyectado Instituto central, y que para la mejor realización de sus fines en beneficio de la clase obrera, solicitará el Gobierno el concurso de cuantos elementos considere útiles, sin distinción de opiniones, en su deseo de mantener apartada de las pasiones políticas la delicada tarea a que se refiere el siguiente proyecto de decreto, tiene la honra de someter a la aprobación de V. M., que siempre se muestra propicio a iniciar y a patrocinar aspiraciones como las expuestas, de indudable interés patriótico y social.
Madrid 23 de abril de 1903.
Francisco Silvela

REAL DECRETO
Conformándome con lo propuesto por Mi Consejo de Ministros,
Vengo en decretar lo siguiente:
Artículo 1º. Se establece un Instituto de Reformas sociales en el Ministerio de la Gobernación, que estará encargado de preparar la legislación del Trabajo en su más amplio sentido, cuidar de su ejecución, organizando para ello los necesarios servicios de inspección y estadística, y favorecer la acción social y gubernativa, en beneficio de la mejora o bienestar de las clases obreras.
Artículo 2º. El Instituto se compondrá de 30 individuos, 18 de libre elección del Gobierno; de los 12 restantes serán elegidos en la forma que preceptúe el reglamento, seis por el elemento patronal y seis por la clase obrera, ambos en la proporción de dos representantes de la gran industria, dos de la pequeña industria y dos de la clase agrícola.
Artículo 3º. Se dividirá el Instituto en tres Secciones, afectas respectivamente: al Ministerio de la Gobernación, para los asuntos relacionados con la policía y el orden público; al de Gracia y Justicia, para aquellos de carácter esencialmente jurídico; y, por último, al Ministerio de Agricultura, si se trata de funciones de Administración pública concernientes a las relaciones económico-sociales.
Formará parte de las dos primeras Secciones el Subsecretario del respectivo Ministerio, y de la tercera el Director general de Agricultura.
Artículo 4º. Se procederá al inmediato nombramiento por Real Decreto de los 18 Vocales de libre disposición del Gobierno y del Presidente del Instituto.
Artículo 5º. Dichos individuos nombrados constituirán una Comisión encargada de formular un proyecto de reglamento orgánico del Instituto de Reformas sociales, preparando sus trabajos una ponencia compuesta del Presidente, de tres Vocales, propuestos respectivamente a dicho efecto por los Ministerios de la Gobernación, Gracia y Justicia y Agricultura, y de uno elegido por la Comisión.
Artículo 6º. La Comisión expresada se constituirá dentro de los cinco días siguientes a la publicación en la Gaceta de Madrid de los correspondientes nombramientos, y en el plazo de un mes elevará al Gobierno un proyecto de reglamento que, entre otras materias, comprenda las siguientes:
-Competencia del Instituto y su relación con los demás centros oficiales.
-Procedimiento electoral para completar y renovar su personal con la representación de las clases de patronos y de obreros.
-Organización de sus trabajos:
1º En las funciones de carácter consultivo. Sesiones generales y de Secciones.
2º En las propias de la Administración activa, Consejo de Dirección. Comisiones. Delegados.
-Régimen económico. Reglas para la conveniente inversión de la asignación que se conceda al Instituto, previa la tramitación preceptuada por la Ley de Administración y Contabilidad de la Hacienda pública.
Artículo 7º. Habiendo quedado terminada la misión de la Comisión de Reformas sociales del Ministerio de la Gobernación, el Instituto se hará cargo de la documentación y libros que a aquélla pertenezcan.
Dado en Palacio a veintitrés de abril de mil novecientos tres.
Alfonso
El Presidente del Consejo de Ministros,
Francisco Silvela

2 de febrero de 2012

Semblanza biográfica de Joaquín Sancho Garrido

La figura del conde de Romanones oscurece el recuerdo de los demás políticos de Guadalajara, algunos de ellos con más méritos y con más dedicación a la provincia que el siempre recordado Álvaro de Figueroa. De la élite liberal que protagonizó el fin del Antiguo Régimen y el tránsito desde el liberalismo a un sistema democrático, ya en el Sexenio Revolucionario, rescatamos la personalidad de Joaquín Sancho Garrido. Lo hacemos de la mano de Julio de Sigüenza, un famoso literato y estudioso erudito de Miguel de Cervantes del que hoy es tarea casi imposible encontrar algún leve rastro. Su semblanza de Joaquín Sancho Garrido se publicó en Biografías de los Diputados a Cortes de la Asamblea Constituyente de 1869, que vio la luz en Madrid ese mismo año. De su mano descubriremos asuntos ya olvidados del personaje y de la Guadalajara de su tiempo. 

D. Joaquín Sancho y Garrido, hijo de D. Francisco de Paula y de Doña María Garrido, labradores de Taracena, en la provincia de Guadalajara, nació en dicha villa el 24 de setiembre de 1815.
Las muestras que de su talento privilegiado dio a conocer desde su niñez hicieron que su señora madre, separándose del deseo que había concebido de que el fruto de sus amores tomase a su cargo la administración y manejo de sus haciendas, puesto que el padre había muerto cuando solo tenía D. Joaquín doce años, y viéndose en situación desahogada, pensara en utilizar sus recursos atendiendo al desarrollo intelectual de su hijo.
Bullían en éste las grandes ideas, que son siempre hijas de esa ambición noble y pura del que todo lo quiere abarcar en fuerza de su inteligencia superior, y nada más fácil a proporcionarle ese anhelado término que el estudio de la Jurisprudencia.
La facilidad de ser costeada entonces cualquier carrera literaria aún por la más modesta fortuna, sin embargo de que el Sr. Sancho se encontraba en buena posición; unido a la poca distancia que de Guadalajara separa a la antigua Complutum de los romanos y luego Alcalá de los árabes, movieron a la cariñosa viuda a enviar a su hijo D. Joaquín Sancho a la Universidad de Alcalá de Henares, templo del saber fundado por el gran cardenal Cisneros, y cuna siempre de los hombres más ilustres de nuestra patria, con objeto de empezar en ella sus estudios.
Trasladada dicha Universidad a Madrid, el Sr. Sancho terminó en ésta su carrera, obteniendo en 1841 el título de abogado y estableciéndose para el ejercicio de la ciencia en la ciudad de Guadalajara, donde constantemente ha vivido.
De esta época data la gran reputación que el ilustrado representante alcarreño goza dentro y fuera de su provincia, como abogado de gran prestigio y nombradía.
No quiere decir esto que al Sr. Sancho, aunque mecido en auras de su talento científico, le fuesen indiferentes las luchas políticas de nuestro país; antes por el contrario, nacido de padres amantes de las libertades patrias y de los derechos del hombre, aunque sin haber tomado parte activa en la política española, habiendo aspirado los fétidos miasmas de una política fanática y opresora, y sobre todo despótica y desleal, estas causas habían de influir en su razón para apartarle lejos de ellas y marcar en su alma hondo sentimiento por la causa de la libertad.
Esta impresión engendrada en el Sr. Sancho bajo la funesta dominación del más malo entre lo peor de los Borbones, dio sazonado fruto al terminar su carrera literaria en el referido año de 1841, en que después del abrazo de Vergara en agosto del 39, que puso fin a una lucha fratricida, cuya duración de siete años dio la victoria al partido de Isabel contra el del imbécil infante D. Carlos, hermano digno de su digno hermano Fernando VII; después de deslindado el campo liberal entre moderados y progresistas, bandos políticos que vinieron á renovar, aunque en detall, las agitaciones anteriores; después, en fin, que el partido exaltado victorioso obtuvo el triunfo de arrojar de la regencia del reino a Doña María Cristina, regencia que hubo de entregársela al héroe de Peñíscola y de Morella; el Sr, D. Joaquín Sancho se decidió á abrazar la causa del general Espartero, y con ella la del progresismo verdaderamente liberal. 
Nuestros lectores han de perdonamos, y con ellos el protagonista de este artículo, una explicación del concepto “progresismo verdaderamente liberal” que acabamos de aplicar a la escuela política en que milita el Sr. Sancho desde 1841 hasta el día.
En este mismo año, algunos hombres funestos del partido liberal, movidos por una ambición desmedida y sin títulos en que apoyarla, envidiosos de la gloria justa que rodeaba al pacificador de España; y mal avenidos, por último, con aquel orden de cosas que les posponía á un simple militar, siquiera éste valiese más que todos juntos de sus enemigos, empezaron con sordas conspiraciones á minar la regencia de Espartero, causándole molestias y proporcionando á la España, agobiada ya por tantos trastornos, sucesos tan sangrientos como el 7 de Octubre del mismo 41 en Madrid, y el bombardeo de Barcelona en Noviembre de 1842.
Nada de extraño tendrían estos episodios, si se quiere, atendiendo a que separados los moderados de los progresistas, esta separación había de dar origen á la lucha, aunque sirviera de base en que apoyar las mezquinas ambiciones de los primeros y nunca el bien de los pueblos españoles que pretendían los segundos; pero cuando recordamos que del seno mismo de la escuela progresista o exaltada se levantan hombres descontentos, unos, tal vez por ambición; otros dejándose llevar de su propia conciencia; que creían, con el más puro patriotismo seguramente, que la patria y la libertad peligraban y que al adherirse al pronunciamiento de1843 fundaban una nueva base, pero fortísima, en que debían apoyarse aquellos caros y sagrados objetos; entonces y sólo entonces es cuando escondemos de dolor el rostro en nuestras manos y decimos: ¿cómo y por qué fatalidad el partido progresista ha de ser siempre el matador de sí mismo? ¿Será, tal vez, imposible ir contra la fatalidad? ¿Será cierto lo que dice Víctor Hugo por boca de Claudio Frollo?... No sabemos; más para honra del partido progresista hay que creerlo así, o de otro modo, cegar.
Tamaños sucesos dieron por resultado desgraciadamente la caída de Espartero y con éste la de la situación liberal progresista en el mencionado año de 1843.
No perteneció por cierto D. Joaquín Sancho á los coalicionistas ambiciosos, pocos sin duda alguna, á que nos hemos referido en primer término: por el contrario, su honradez, su buena fe, su leal amor á las ideas liberales fueron causa de que creyera prestar un gran servicio á los intereses de la escuela progresista adhiriéndose a la coalición, y guiado de ese noble y laudable deseo, proponiéndose únicamente y creyendo alcanzar así el bien para la patria, tomó parte en el pronunciamiento antes citado, y fue individuo de la Junta revolucionaria de Guadalajara. Por eso hemos comprendido su buena fe, y al hacerle esta justicia, que con nosotros se la hacen también los liberales todos y especialmente los de su provincia, concedemos al Sr. Sancho el dictado de progresista verdaderamente liberal.
Pero la mayor y más grande prueba de la perfecta buena fe en el Sr. Sancho, al tomar sitio en el alzamiento del 43, es la que van a examinar nuestros lectores. 
Habíase reunido la Junta de Guadalajara, formándose con nueve individuos. En la elección de estos vio el Sr. Sancho que, en alguno, los principios liberales no podían servirle de móvil tratándose de la restauración de la patria liberal; y sospechando la trama, reclamó en la primera sesión el programa que debía ser norte y guía de su política, obteniendo de este modo que, previa la cuestión de Regencia, cayese la venda de sus ojos al oír que se clamaba por la mayoría en favor de Doña María Cristina, mientras que el Sr. Sancho, y con él algún otro, votaban en pro del ex-regente Duque de la Victoria.
Flanqueados los campos, el hoy Diputado por Guadalajara luchó cuanto pudo; más todo inútil. El bando moderado dio fin al bastardo proceder que era la enseña de este partido, consiguiendo quedar solo en el palenque político.
La conducta franca del Sr. Sancho fue y ha sido comprendida perfectamente, tanto en aquella época como después, por sus correligionarios y amigos, al brindarle con los más honoríficos puestos, que su constante amor á la libertad le ha hecho desempeñar con recta conciencia y nunca desmentido patriotismo.
Elegido alcalde primero de la capital en la Revolución de 1854, fue nombrado al mismo tiempo comandante del batallón de Milicia Nacional allí creado; cargos que demuestran la altísima confianza que á los liberales de Guadalajara merecía su representante de hoy en las Constituyentes.
Vencido en 1856 el partido progresista, como lo había sido en 1843, ante esa estrella fatal que le domina y que no es otra que el lema “principios antiguos y palabras nuevas” en que aquel parece apoyarse; la Unión Liberal, partido compuesto de elementos heterogéneos, pero que al fin sobre todas las otras apreciaciones políticas, tenía la gran ventaja y el sobresaliente valor de no llevar su vista á lo que pasado había, la Unión, esta moderna escuela, se alzó potente durante cinco años de dominación.
No fue exclusivista este partido, y de aquí data su grandeza; no se puso frente á frente con las necesidades de la época en que nacía, por eso dio libertad omnímoda, aunque dentro siempre de la ley; no proclamó el absurdo de economizar en la administración para salvar la Hacienda pública, aumentando con esto la miseria social; sin acordarse que estamos en pleno siglo XIX, en que, según la frase de un hombre importante, queremos “gastar á la antigua y vivir a la moderna”; y que es necesario, antes que todo, enseñar á los españoles cómo debe pagarse para que puedan cobrar después, o lo que es lo mismo, que la Hacienda se salva, no con economías fútiles de servicios públicos, siempre necesarios, sino con buenas y sabias leyes, protectoras de la industria, vivificadoras de la agricultura, favorecedoras del comercio libre; para que de este modo, aumentándose la riqueza del país y los medios de llegar á ella comprendan el agricultor favorecido, el industrial y el comerciante ganosos en sus afanes, que, á medida que ellos se lucran y prosperan, están en el deber sine qua non de ayudar á las cargas públicas y sostener con todas sus fuerzas la máquina administrativa, hoy amplificada por la fuerza ineludible del tiempo, y con este de las necesidades sociales y políticas de nuestro siglo.
Pretender que la hacienda puede hallar su salvación con economías en los empleos, con vejaciones á los empleados, que no por serlo dejan de ser tan buenos como cualquiera otros, olvidándose de que desarrollando las fuentes de riqueza, puede un día ayudarse, como ya hemos dicho, por el contribuyente, sin gran perjuicio, á las cargas del Estado, puesto que ve premiadas con creces sus tareas, es pretender un fantasma; es una de tantas ilusiones de algunos hombres de nuestro país que, al querer darse aires de hacendistas, solo demuestran su profunda ignorancia y su pedantismo ridículo.
La Unión liberal no cayó en este escollo, como no había caído tampoco en el de la política; y en todo dio muestra de vivir con la época social, atrayendo á sí los elementos nuevos, cuyas doctrinas se habían formado entre las mismas necesidades á que nos hemos referido antes. Fue buscando lo que creía mejor, atrayéndolo, y por este arte vióse rodeado el partido unionista por las ramas jóvenes del viejo tronco político, ramas que, avanzando más en los principios que la escuela progresista, no llegaba en las palabras á donde siempre ha llegado este.
No pudo la Unión, por lo tanto, pasar su mano sin recoger algunos de esos elementos expresados, y cuyos componentes eran juventud y talento. Nada debía preguntárseles acerca de sus antecedentes políticos; podían seguir sustentando las doctrinas que juzgasen oportunas; bastaba solo á llamarse unionista, prestar la colaboración de su talento en servicio del país.
Sin embargo, muchos hombres importantes vieron un grave mal en la formación de ese partido, y no quisieron apoyarle. Así el Sr. Sancho, al aceptar el cargo de consejero provincial de Guadalajara durante algunos meses de aquella dominación, lo hizo por conveniencia del partido progresista, con cuyo acuerdo aceptó dicho cargo, consignando antes, después y siempre, que en él no haría sino política progresista, como lo hizo en efecto.
Había sido el Sr. Sancho fiscal letrado del Juzgado privativo de Ingenieros hasta el año 1848, y desde aquella fecha es asesor del propio Juzgado; pero ni uno ni otro cargo tienen conexión con la política, y el buen desempeño del último le ha valido estar hoy condecorado con la cruz de Isabel la Católica.
Siempre adherido á sus ideas políticas, firme cimiento y sustentador del partido liberal, ni las persecuciones y disgustos por que el bando moderado le hiciera pasar, han entibiado un sólo instante su inquebrantable y decidida fe política.
Su severidad en estos principios jamás se ha visto supeditada á los halagos del poder que, al ofrecerle en muchas ocasiones por los moderados mismos altos y lucrativos destinos, no se tuvo en cuenta más que su gran talento, olvidándose de su rara modestia y firmeza política.
Pero llegó para España el día del triunfo; sonó en esta nación desventurada el grito de “honra y libertad”, y el Sr. Sancho no fue de los que, habiendo preparado tiempo antes el movimiento revolucionario de Guadalajara, como que formaba parte del comité central en representación de su provincia, dejase de figurar en Setiembre de 1868 como uno de los primeros y principales adalides y defensores de la Revolución, en la capital de la Alcarria.
Elegido, por tantos y tantos servicios a la causa, liberal vicepresidente de la Junta revolucionaria, demostró á sus enemigos políticos de aquella localidad, á los moderados cuán grande era su generosidad en la victoria, como valiente y firme había sido su conducta en los momentos del peligro y de la lucha, dándoles inequívocas muestras y fehacientes testimonios de ello en los momentos más azarosos y críticos.
Por todo fue elevado al alto puesto, aunque muy merecido, de Diputado Constituyente por la provincia de Guadalajara; siguiendo en este importante cargo su marcha de progreso y resuelto á no omitir sacrificio alguno por el triunfo y consolidación de los principios políticos escritos en el programa de Cádiz, y que sirvieron de base á la actual Revolución española. 
Tal es en su vida pública el distinguido representante alcarreño. Por lo demás, el Sr. Sancho y Garrido, que debe a su reputación como abogado la modesta fortuna que posee, es afable en su trato particular, amigo de sus amigos, nada fastuoso en su modo de vivir, y parco en sus aspiraciones: es, por último; el que comprende que nunca mejor brilla la aureola del sabio, que cuando se encuentra rodeada de las virtudes del hombre honrado y modesto.
Julio de Sigüenza, 11 de junio de 1869.