La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

31 de octubre de 2011

La CNT analiza la España de 1975

Pegatina griega pidiendo libertades democráticas para España, Grecia, 1975 (Archivo La Alcarria Obrera)

En el mes de agosto de 1975 se celebró un nuevo congreso intercontinental de Federaciones Locales de la CNT española en el exilio. En esos días, la crisis del régimen franquista, aún más decrépito que el propio dictador, y el anuncio de profundos cambios políticos eran secretos por todos conocidos. Los diferentes grupos y corrientes de oposición a la vieja tiranía del general Franco se preparaban para un futuro que ya era inminente y que no tardó en llegar. El congreso de la CNT del exilio trató en su Orden del Día una ponencia titulada "Posición de la CNT ante el presente y futuro de España", para cuyo debate se presentó un breve estudio del contexto español de aquel tiempo que ahora reproducimos en su integridad. 

La sociedad española del presente no es la de hace cuarenta años. De una vida social marcada por la preponderancia del sector agrario y el caciquismo, con su carácter feudal, hemos pasado a una fase de desarrollo económico rápido.
El crecimiento acelerado de la economía española ha podido contar durante, los últimos 20 años con las enormes inversiones extranjeras, con los ingresos colosales del turismo y de la emigración económica. Para una parte de la clase obrera, dicho desarrollo económico ha significado, en cierto modo, el fin de la miseria material de los años negros de la postguerra, así como el acceso, aunque sea a costa de pluriempleo, a los espejismos e ilusiones de la “sociedad de consumo” o, mejor dicho, la “sociedad de despilfarro”.
Pero el propio motor del desarrollo económico español, que es la posibilidad de echarle mano a una fuente extraordinaria de divisas, es el motivo de su gran vulnerabilidad: multiplicándose las inversiones se ha ido aceptando, como una necesidad, el equilibrio permanente de la balanza comercial contando con aportaciones extranjeras que se pudieran considerar automáticas y prácticamente eternas para equilibrar la balanza de pagos.
En esta vida económica frágil, basada en la constante aceleración de las inversiones y carente de cimientos seguros, los actuales reajustes de los sistemas económicos capitalistas pueden causar verdaderas catástrofes. Sería ilusorio creer que si en toda Europa Occidental se manifiestan síntomas de recesión, los turistas franceses, alemanes, etc. seguirán gastándose francos y marcos en las costas españolas. Sería ilusorio creer que en el mismo momento en que se generaliza y se acentúa el paro forzoso, los obreros españoles podrán seguir trabajando en Suiza y Alemania. Y se ve claramente que la economía española no podría evitar la bancarrota si mañana la actual “crisis” se amplifica de tal forma que los turistas se queden en sus respectivos países y que regresen el millón y medio de trabajadores que se ganan la vida en el extranjero.
Hoy día una economía puramente nacional no se puede concebir, impera la economía mundial mediatizada por las sociedades multinacionales. Como todas, la economía española está estrechamente vinculada al capitalismo internacional, aunque deseara estarlo más aun en la perspectiva de su posible bancarrota, ya que su única salvación estaría, en este caso, en la solidaridad internacional capitalista.
Pero el obstáculo mayor para esa integración completa de España al concierto europeo, es decir, el Mercado Común, por ejemplo, sigue siendo político. Si el capitalismo se ha desarrollado y vitalizado en estos últimos lustros, no es menos cierto que en el terreno político una evolución lenta se ha ido produciendo, que ha marginado poco a poco, el ala más reaccionaria de la clase política española. Los “vencedores” del 39 ya no ostentan solos el poder. En el discurrir de los años los han ido sustituyendo tecnócratas y personalidades más o menos neutras políticamente, por ejemplo, en un momento dado los opus-deístas. Hasta hoy, sin embargo, estos cambios carecían de espontaneidad, porque se situaban estrictamente dentro del aparato represivo y la estructura política del régimen de Franco.
Mañana no será así. España, según el parecer de la tecnocracia, tiene que dotarse de su sistema social y político adaptándose a las necesidades del desarrollo de su economía. Y lo que más necesita la economía capitalista es un Estado liberal de tipo socialdemócrata, del que desaparece toda implicación ideológica e impere la sólida pragmática del dinero.
En este trance está hoy la clase política española: ¿Cómo será posible transformar la sociedad fascista en una sociedad social democrática, sin verse desbordada por una ala renovadora y revolucionaria?
La posibilidad de una cuartelada a lo portugués es aleatoria y aunque posible -pensemos las ambiciones turbias de generales en acecho-, sigue siendo por ahora una hipótesis.
Lo que no es nada hipotético es que en el propio poder franquista hay quien se manifiesta a favor de la “liberalización”. El discurso 12 de febrero, a pesar de que nadie se lo ha tomado en serio, es importante: demuestra el deseo de un cambio de fachada del régimen. Y poco a poco, una serie de medidas más o menos oficiales van cambiando las apariencias de la sociedad española.
El ejemplo más claro de esta tendencia se tiene en la prensa, en la que pueden verse las manifestaciones de las diferentes corrientes políticas incluyendo socialistas y comunistas, instrumentos de recambio en manos del sector más dinámico del capitalismo español. Si se prohíbe aún, de vez en cuando, un periódico o una revista, es porque la lucha no ha acabado y el neo-capitalismo español no ha conseguido derrocar por completo el viejo aparato franquista, que históricamente está completamente condenado. Los ultraderechistas tienen hoy día que limitarse a ser una fuerza de maniobra paramilitar en manos de la policía.
Así está la paradoja de la sociedad española del presente: económica y políticamente ha emprendido una evolución hacia un tipo de sociedad socialdemócrata, pero su policía sigue martirizando al pueblo vasco especialmente y a los demás pueblos de España en general y sus tribunales siguen condenado a los revolucionarios. Claro que la paradoja es sólo aparente, ya que a nadie se le escapara que los socialdemócratas temen, tanto o más, a los revolucionarios como a los propios fascistas.
La socialdemocracia en su sistema sutil de gobierno que propone un contrato tácito entre todas las corrientes políticas para que, respetando la estructura político-social, puedan someterse a un pretendido veredicto popular. En seguida se ve el provecho que puede sacar el capitalismo de este sistema: la lucha se ciñe a unas cuantas escaramuzas parlamentarias y los verdaderos problemas quedan soslayados. En la sociedad liberal, el gobierno y su oposición oficial, tolerada o suscitada, están de acuerdo en algo: la aceptación de la regla del juego de esta propia sociedad liberal. Por consiguiente, el capitalismo, que se desarrolla gracias a la sociedad liberal, no puede ser eliminado y mucho menos, por una oposición parlamentaria.
Hoy, en España, el mayor postulante a dicho papel de oposición legal y, por ende, contrarrevolucionario, es el partido comunista: su actuación en y con la “Junta Democrática”, descarada alianza con el gran capital, y en las elecciones sindicales de la CNS, lo demuestran, está clara la maniobra; hoy se introduce en el sindicato fascista, mañana nos dirá que éste es realmente representativo de la clase obrera española; (mediante algunas transformaciones, en sus manos la CNS podría convertirse en el sindicato único de la sociedad liberal, ahogando bajo su peso y estructura las voces sindicalistas revolucionarias auténticas).
Si el PCE y el partido socialista aceptan ya completamente el futuro “capitalismo liberal”, no es menos cierto que algunos supuestos libertarios siguen el mismo camino. Sin entrar en demasiados detalles acerca de quiénes son los animadores en esta corriente “posibilista”, es preciso señalar que, si sus planes de entrega de la CNT al capital de Estado pudieran llevarlos a la práctica, lo que le será totalmente imposible como en el pasado ya les ha sido, el anarcosindicalismo se convertiría de inmediato, entre sus manos, en la corriente reformista y sindicalera principalmente dedicada a la propaganda anticomunista.
Tal es, pues, a grandes rasgos, la situación actual de España, que queda plasmada aquí, y reflejada en las conclusiones del dictamen que reafirmamos.
La CNT sigue y seguirá combatiendo al Estado, sea éste fascista, socialdemócrata o de cualquier otro matiz.
La CNT, que más allá del simple sindicato es una organización revolucionaria y emancipadora y que, por consiguiente, jamás aceptará fundirse en un sindicato unitario, incoherente y estéril, propone la construcción de una sociedad en la que se ajuste a la producción a las necesidades del consumo; una sociedad sin clases, sin jefes y sin lideres. El instrumento de esta transformación es la CNT, forjadora de la sociedad comunista libertaria.
La CNT sigue y seguirá combatiendo el capitalismo, sea éste privado o estatal, porque el capital significa explotación del hombre por el hombre.
El objetivo de la CNT se puede resumir en un solo punto: que en el período de la revolución los trabajadores, los productores y todas las riquezas, se auto organicen desde los sindicatos, en las fábricas y talleres, campos y barrios y que mediante asambleas generales, libres y libremente federadas entre sí, edifiquen ellos mismos una sociedad a su sentir, libre de explotación y dominación.
Mediante la acción directa, queremos llevar a cabo una lucha global contra todas las formas de opresión.
Ayer, hoy, luchamos contra Franco y su régimen y su policía. Mañana lucharemos contra el pos-fascismo y contra un posible estado socialdemócrata. No hay ni puede haber tregua. El hombre sigue siendo esclavo. Ayer del verdugo, de la autoridad, mañana de la producción alienada. Lo que queremos es lograr la total y completa emancipación, la de todos los seres humanos.
Los organismos representativos y calificados cuidaran, con los concursos y colaboraciones adecuadas que se estimen necesarios, de preparar la militancia para afrontar futuros acontecimientos.

30 de octubre de 2011

Dos poemas de Belén Sárraga

Belén Sárraga

Cuando se estudian y relatan los orígenes del feminismo en España, los historiadores centran su atención en aquellos grupos de mujeres de la burguesía progresista, o incluso de la reacción católica, animaban reformas que muchas veces tenían más de epidérmico que de auténtica revolución igualitaria y emancipadora, un horizonte por el que peleaban muchas mujeres de las clases populares con más dificultad y más coherencia. Entre estas mujeres sinceramente progresistas y feministas merece un lugar destacado Belén de Sárraga, una de las mujeres más activas y avanzadas de su tiempo, cuya influencia se extendió por tantos países en el primer tercio del siglo XX y que hoy ha sido relegada a un interesado olvido. Feminista, republicana federal y anticlerical; escritora y activista; cuyo rastro se extiende a uno y otro lado del Atlántico, reproducimos dos de sus poemas que fueron publicados en El Republicano de Guadalajara durante el año 1902, aunque el primero ya había visto la luz, con ligeras variaciones, en El Ampurdanés de Figueras el 26 de noviembre de 1899. 

A UNA MONJA
Dime, mujer, la de la blanca toca,
La del ropaje cual la noche, negro,
La que huyendo del mundo a los azares,
Se escudó tras la reja del convento.
¿Es tal tu religión que el egoísmo
Se proclama en su dogma cual precepto?
Pues suspende tus rezos un instante
Y escúchame, que para hablarte vengo.
¿No sabes que el trabajo es ley de vida?
¿No ves, mujer, como trabaja el pueblo
Para ganar, con su sudor honrado,
El alimento que precisa el cuerpo?
¿No ves como trabajan, sin descanso,
Más arriba también, allá en lo inmenso
Millares de astros que en veloz carrera,
Girando en incansable movimiento,
Lentamente ejecutan esa eterna,
Continua evolución del Universo?
¿Y eres tu sola la que en todo el orbe
Tiene, a vivir sin trabajar derecho?
¿Quién te dijo, mujer, tales sofismas?
¿Quién te dijo que puede un ser terreno
Infringir esa ley de la Natura,
Una excepción en su favor haciendo?
Si de Dios en el nombre te lo han dicho,
De ese Dios en el nombre te mintieron;
Sin lucha no hay progreso, tú no luchas
¿Y aún te figuras de virtud modelo?
Di, ¿no recuerdas cuando allá en tu aldea
Tu buena madre te meció en su seno?
(La misma que hoy, anciana y achacosa,
Aún llora tu abandono y tu despego)
¿No recuerdas jamás aquellos días
En que tu padre, a su trabajo atento,
Marchaba con el alba y regresaba
Cuando el sol se ocultaba en el otero,
En tanto que tu madre, enamorada,
Cuidaba de su hogar bello y risueño?
¿Y olvidaste también sus inquietudes?
¿Y olvidaste también sus sufrimientos
El día en que tú, enferma, moribunda
Respirabas sin vida y sin aliento?
Pues bien, tu madre sin rezar apenas,
Sólo cual buena su misión cumpliendo,
Es el ejemplo de mujer cristiana,
La ley moral que guarda sus preceptos
Reasumidos en estas breves frases:
¡Inmenso amor, trabajo, sufrimiento!
Pero, ¿qué entiendes tú de estas verdades,
Ni a qué evocar en ti santos recuerdos,
Si ya tu corazón, el fanatismo
Con su dura coraza, lo ha cubierto?
Tú crees justo vivir entre la holganza
Parapetada tras el negro velo.
Sin comprender que lo que tú disfrutas
Lo arrancas al sudor de todo un pueblo.
¿Y te figuras que con el ayuno,
Maceraciones, súplicas y rezos,
Ganas mejor la gloria, ¡desdichada!,
Que al pie de su taller el rudo obrero?
Pues escúchame bien: cuando tú sepas
Lo que es el puro amor sagrado y tierno,
De los hijos que velan por sus padres
Su ancianidad amantes sosteniendo;
Cuando en el mundo sola, sin amparo,
Hayas luchado con valor intenso
Por defender de tu virtud el brillo,
Contra la sed, el hambre y el deseo;
Cuando hayas sido madre y a tu hijo,
Pedazo de tu alma, viendo yerto
El último estertor de su agonía
Recojas en tu boca con un beso,
Sintiendo que se lleva con su vida
Toda la dicha que alentó tu pecho;
Cuando hayas apurado la amargura
Del cáliz de la vida y su veneno
Y sepas como inclinan los dolores
Hacia la tierra el desgastado cuerpo,
Entonces, solo entonces, no lo dudes,
Engrandecida por los sufrimientos,
Tendrás ganados, por derecho propio, 
Los más hermosos y anhelados cielos.
Belén Sárraga (El Republicano, 20 de abril de 1902)

LOS EJÉRCITOS DEL HAMBRE
Miradles, allá van, son los atletas
De la vida, que ostentan por escudo
Del ingenio las grandes concepciones,
Del arte el ideal noble y fecundo;
Son los hijos queridos del trabajo,
Son las almas templadas en el rudo
Luchas de la existencia, son los brazos
Que conmueven viriles los profundos
Ámbitos de la tierra, los cerebros
Que arrancan a la ciencia los ocultos
Secretos del destino, los que luchan
Para implantar de la verdad el triunfo;
Son, en suma, la fuerza creadora
Palanca universal que mueve el mundo.
Y no obstante, ¡miradles!, sólo harapos
Cubren sus carnes; en su pie desnudo
La fatiga marcó huellas de sangre,
Sus brazos vigorosos y robustos
Se doblan al cansancio, y en su boca
De amoratados labios, surge el mudo
Gesto de la impotencia y de la rabia,
Tras la sonrisa del esclavo, oculto.
¡Grandes vencidos por la ley injusta!
Mal aherrojados al presente impuro,
Pugnan, en vano, por romper airados
De horrible esclavitud el fuerte yugo.
¿Qué piden? Sólo pan, sólo el sustento
Que dio Natura a cuanto vida tuvo.
Lo que no le falta al pájaro en el bosque,
Ni en su tallo a la flor, ni al diminuto
Gusano que en la tierra culebrea,
Ni aun a la fuera en el breñal inculto.
¡Pan, sólo piden pan, y no lo encuentran!
Y son sus gritos, ecos moribundos
Que llegan a perderse entre la orgía
Con que el infame proclamó su triunfo.
...
¡Pasee indignación por los espacios!
Llegue hasta el pecho del esclavo mudo
Y desate su lengua y a sus brazos
Dé ese vigor y soberano impulso
Capaz de derrumbar, ciego, pujante,
De la injusticia al señoril escudo;
Ponga en sus manos arma vengadora,
Señale en la cumbre a sus verdugos…
Ordene los ejércitos del hambre,
Los de ardiente mirada y ceño adusto,
Los que sienten el peso de la vida,
Los que miran sus hijos moribundos
Mientras oyen los gritos de la orgía
Que el vicio y el placer celebran juntos.
¡Avance la avalancha de harapientos,
La masa de explotados, que en confuso
Tropel se apresta a conquistar valiente
Un porvenir dignificado y justo!
Mientras al veros ríe el miserable
Juzgando su poder firme y seguro,
La Europa pensadora, vuestro paso
Contempla con afán y a vuestro impulso
Se siente renacer con nueva vida
Y funda si esperanza en vuestro triunfo.
¡Marchad, marchad!, atletas del progreso,
Eternos redentores, los fecundos
Mártires del trabajo, los rebeldes
Ante la infamia y el poder injusto.
¡Marchad, marchad!, allá lejos, aun lejos
Os brinda la esperanza en lo futuro,
Entre amores, consuelos y alegrías
La vida del derecho noble y justo.
¡Marchad, marchad los hijos del progreso;
Sea huracán vuestro potente impulso;
Y que arrasen los vientos populares
De indignación, el carcomido, inculto
Edificio social que con la sangre
Del paria, alzó su criminal influjo.
¡Marchad, marchad, ejércitos del hambre!
Seguid andando hacia el mañana, el triunfo
Allá os aguarda, gleba del pasado,
Esclavos del ayer, hoy moribundos
Y hambrientos proletarios. ¡Adelante!
¡Vuestra es la redención, vuestro es el mundo!
Belén Sárraga (El Republicano, 22 de junio de 1902)