La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

8 de diciembre de 2009

Primer manifiesto del Cantón de Cartagena

Cantonalistas de Cartagena, The Illustrated London News, 4 de octubre de 1873 (Archivo La Alcarria Obrera)

La proclamación en febrero de 1873 de la Primera República, que llegó inevitable "como sale el sol por la mañana" en palabras de Emilio Castelar, despertó un entusiasmo popular que se había enfriado tras la explosión de alegría general que supuso la Revolución Gloriosa de septiembre de 1868. Las clases populares españolas creyeron llegada su hora y esperaban una rápida respuesta a sus demandas, la abolición de las quintas y los consumos, y una inmediata solución a sus problemas, el reparto de la tierra y la descentralización del gobierno. Los titubeos de los republicanos federales espolearon a los trabajadores y a los sectores más avanzados del republicanismo que, impacientes, animaron la revolución cantonal con epicentro en Cartagena.

Proclamada como forma de gobierno para España la República Federal, el pueblo republicano en su inmensa mayoría reclamaba, como imperiosamente exigían las circunstancias, que se organizase la Federación, estableciendo inmediatamente la división regional de los cantones y dando a éstos y al municipio la autonomía suspirada hace tanto tiempo.
Pero el pueblo, ansiosísimo de estas reformas, sediento de esta redención tan deseada, veía prolongarse indefinidamente sus momentos de agonía, veía amenazada la República de un golpe de muerte y no veía en el gobierno ni en la Cámara Constituyente una predisposición para la inmediata ejecución de estas reformas, y cree que sin ellas, sin su instalación, se perderá irremisiblemente el corto terreno adelantado, y negando el país a sus gobernantes una confianza que acaso pudiera no merecerle, se perdería indudablemente para muchísimos años la libertad en esta tierra de España.
La Junta de Salud Pública viene a atender a tan sagrados intereses; acaso el pueblo hubiera aguardado en su angustia un breve momento más; pero la preconcentración de grandes fuerzas en algunos puntos de Andalucía, la dolorosa nueva de que dos magníficas fragatas surtas en este puerto, habrán recibido la orden de salir inmediatamente para Málaga, la sensación que esta descontrolada noticia ha causado entre los voluntarios de la República de esta ciudad, ante el temor de que pudieran realizarse tan tristes vaticinios, las últimas medidas adoptadas por el actual Ministro de la Guerra, por las que ha separado del mando de las fuerzas públicas a militares íntimamente adheridos al nuevo orden de cosas; han hecho comprender al pueblo que era llegada la hora de salvar, de constituir definitivamente la República Federal, y que no hacer esto sería tanto como cometer una indignidad que no podemos suponer en ningún pecho republicano donde se albergue y lata un corazón de hombre.
Esta Junta creería faltar al cumplimiento de un altísimo deber si no hiciera público el dignísimo proceder de un gran pueblo, que sin presión, sin trastorno, sin insultos, sin vejaciones ni atropellos, acaba de realizar uno de eso movimientos que serán siempre su mejor escudo contra la pública maledicencia.
Se ha puesto en armas porque ha creído ver en inminente riesgo la causa de la República Federal, y a ofrecerle su más denodado y decidido apoyo van encaminadas todas sus generosas y laudables resoluciones.
Viva la República Federal. Viva la soberanía del pueblo.
Junta Revolucionaria de Cartagena, 12 de julio de 1873

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