La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

26 de noviembre de 2009

Manifiesto del Partido Carlista de Cantabria

Pegatina del Partido Carlista, 1979 (Archivo La Alcarria Obrera)

El carlismo no se redujo a sus tradicionales feudos en Euskal-Herria, el Pirineo catalán y el Maestrazgo; en otras áreas de la Península contó con nutridas filas de seguidores que también mantuvieron el carlismo en pie durante el franquismo. Una de estas zonas fue Cantabria, patria chica de Aniano Jiménez Santos, uno de los muertos en Montejurra'76 por la barbarie fascista, con un núcleo especialmente activo en Santoña pero también con afiliados en otros pueblos y ciudades, como Santander, donde durante la Transición se abrió una sede en el número 3 de la calle Isabel la Católica. Durante esos años, el Partido Carlista de Cantabria publicó y difundió el siguiente manifiesto que resume con bastante justeza la línea ideológica del carlismo de finales del siglo XX.

La lucha popular se desarrolla por parte del pueblo en todos los sectores de la sociedad. Y los partidos populares son los que juegan un papel más importante en esta lucha por la libertad. Entre estos partidos, que constituyen el frente de lucha democrático, se encuentra el Partido Carlista.
El objetivo del Partido Carlista es la búsqueda de la justicia y de la libertad por la vía de la participación de todo el pueblo, respetando la pluralidad ideológica de los partidos y la libre federación de los países que constituyen el Estado español, búsqueda de la libertad e igualdad con la participación íntegra y democrática del hombre en las decisiones y responsabilidades de su comunidad.
Si los medios de producción y los bienes producidos están en manos de una clase, en vez de estar al servicio de una comunidad, esta comunidad no será libre. La lucha de clases es consecuencia inevitable de las estructuras capitalistas. La clase trabajadora no hace más que tomar conciencia de este hecho y actuar consecuentemente con sus intereses, tomar conciencia de que una oposición radical la enfrenta a la burguesía, de que mayor poder para ésta representa mayor explotación para ella.
Esta toma de conciencia le lleva a saber que sus afirmaciones como colectividad y como personas, con derecho a la libertad, a la autonomía y a la disposición de los bienes que su trabajo produce, exigen la destrucción del orden capitalista y la negación radical de sus presupuestos.
La lucha contra un sistema político, social y económico, debe ir guiada por la propuesta de algo distinto, por un proyecto de sociedad que pueda ser comprendido como alternativa al sistema establecido. Una revolución contra el capitalismo ha de dirigirse a conseguir una sociedad en la que los medios de producción estén en manos de los interesados. La alternativa al capitalismo es la socialización de los medios de producción y la sustitución de una meta de producción por otra, del beneficio por el servicio. La única manera de atacar de raíz el poder en que desemboca el desarrollo capitalista es cambiar las bases, las estructuras económicas de la sociedad.
El Partido Carlista propugna la igualdad y la libertad de las personas y de los pueblos, la propiedad social de los medios de producción, el autogobierno de los pueblos, la desaparición de la explotación que mantiene la clase dominante, el principio de soberanía social… todo esto es socialismo. El Partido Carlista considera que no puede haber libertad política sin justicia social y la justicia social sólo se puede realizar mediante el socialismo; para que el socialismo no tome formas de estatificación que pueden dificultar grandemente la libertad, al caer inevitablemente en un centralismo y en un burocratismo, proponemos la fórmula del socialismo de autogestión: somos socialistas autogestionarios y pluralistas. El socialismo democrático es el que admite diversidad de interpretaciones y propuestas sobre la base de unos principios que son la libertad y la igualdad; lo contrario sería un socialismo estático que se transformaría en socialismo de Estado y en partido único, esto lo rechazamos porque atentaría contra la soberanía del pueblo. Nuestra alternativa, el socialismo de autogestión global, establece la estrategia de construcción del socialismo a partir de la crítica al sistema capitalista, a la socialdemocracia y a las nuevas opresiones derivadas del socialismo de Estado. La autogestión es, además, una concepción global de democracia, es la democracia de abajo a arriba, es la democracia de participación en la empresa, en el sindicato, en los países o pueblos y en los partidos políticos populares.
Nos proponemos la construcción de una sociedad con una sola clase, la del trabajo, en la que esté abolida toda forma de opresión; queremos un socialismo que conduzca a una democracia económica, en la que el poder y la propiedad de los medios de producción quede en manos de la sociedad, que la planificación económica sea imperativa desde la propia sociedad a través del proceso de autogestión. Si el socialismo está basado en la libertad, ha de ser plural. Si el socialismo está compuesto por hombres y comunidades libres, ha de ser democrático. Si el socialismo conduce al pueblo a la reapropiación de los mecanismos económicos y políticos, este socialismo debe ser autogestionario.
La autogestión es la democracia de abajo a arriba, llevada a la máxima expresión, como forma de participación del pueblo en su gobierno. Una sociedad autogestionada es aquella en que sus miembros controlan democráticamente los centros de dirección, de decisión y de administración. Cuando un sistema de autogestión abarca todos los campos donde el hombre desarrolla sus actividades, se puede hablar de autogestión global.
La autogestión global abarca:
-Autogestión económica de la empresa y autogestión en la planificación de la economía a través del sindicato.
-Autogestión territorial de los pueblos y nacionalidades en una federación que sea el resultado del ejercicio del derecho de autodeterminación.
-Autogestión ideológica por la participación de los partidos políticos de masas y autogestión en el seno de los mismos.
Autogestión económica
La autogestión económica se practica a través de dos canales: la empresa y el sindicato. En la empresa, la autogestión es el intento de sustituir la dictadura absoluta del dinero por la democracia del trabajo. No se trata, como en la solución soviética, de sustituir el mando capitalista por el mando del Estado, sino de crear un mando surgido directamente de la base, de crear la democracia económica directa. Así, la empresa será dirigida por los propios trabajadores. La autogestión a nivel de empresa ha de limitarse a su función interna, pues la función social de la empresa ha ser determinada por la sociedad en su conjunto por medio de la planificación económica. El plan económico es un instrumento social destinado a orientar la actividad económica hacia la producción de los bienes más útiles a la sociedad, no es rígido, que viene de la cumbre y anula toda iniciativa a nivel de empresa, sino que es flexible, expresa a cada nivel (local, nacional o federal), las opciones fundamentales de la sociedad. Es propuesto por el sindicato y votado por las Cámaras. El sindicato debe ser totalmente responsable de la planificación económica y no un mero instrumento de defensa del trabajador. Tiene que hacer al hombre responsable y dar a la clase trabajadora la capacidad de orientar la sociedad hacia metas liberadoras para todos los hombres, capacitar al mundo del trabajo, dominar los feudalismos económicos y dominar el egoísmo colectivo de los países ricos que tienen oprimidos a los países pobres.
Autogestión territorial
Otra vía esencial de participación del hombre en su sociedad es la gestión democrática de abajo a arriba de sus comunidades locales y federales.
El ejercicio de la soberanía popular da a los pueblos el derecho de autodeterminación para ser libres y federarse, por razones de comunidad y solidaridad, en torno a unos intereses y a una vivencia socialista. Autogestión local, autogestión nacional, autogestión federal, es la autogestión de la vida comunitaria para alcanzar la personalidad de las entidades infrasoberanas que constituyen el Estado federal corresponsable de las nacionalidades y pueblos, sin imposiciones ajenas a los mismos. Al ser socialista el Estado, el federalismo se establecerá como principio de igualdad entre los pueblos.
Autogestión política
La autogestión económica y territorial tiene como soporte la autogestión ideológica. La autogestión ideológica concebida como libertad política, no puede existir en un socialismo de Estado de carácter totalitario, donde no se permiten los partidos políticos, y tampoco es una forma de entender la democracia formal o burguesa, donde los partidos se convierten en máquinas electorales en busca de votos, que ponen en funcionamiento la democracia de delegación. La autogestión política sólo es posible a través de los partidos de masas. El partido de masas se distingue del partido burgués o de cuadros en que todos sus militantes son responsables de las opciones políticas del partido; la participación no se limita a depositar un voto que delega en otra persona, los representantes elegidos por un partido de masas no son simples delegados, sino que en todo momento responden ante la base de llevar a cabo la realización de su programa, porque el partido de masas no es una simple máquina electoral, sino una colectividad viva, donde sus militantes mantienen un debate constante sobre las opciones a tomar y todos son responsables de las decisiones colectivas.
Queremos que el desarrollo político a través del proceso de autogestión, utilizando como medio los partidos políticos populares, con la participación integral de todos los ciudadanos en la dinámica interna de dichos partidos, participación que conduce a la responsabilidad de control y de regulación de la Constitución política del Estado y de sus entidades configuradoras.
La autogestión política da una dimensión política a la persona al pasar de mero elector, a adquirir una capacidad decisoria con su presencia permanente, regular y responsable en la vida política de la sociedad a través de su partido.
El Partido Carlista propone a los pueblos y nacionalidades del Estado español un Estado socialista, autogestionario y federal, asentado en el pluralismo político.
Partido Carlista de Cantabria

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