La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

22 de abril de 2008

Primer manifiesto de la Federación Tipográfica

Imprenta de El Imparcial, La Ilustración de Madrid, 27 de mayo de 1870

Gracias a la tímida liberalización del régimen de la Restauración emprendida por el primer gabinete liberal de Práxedes Mateo Sagasta, a partir de 1881 las sociedades obreras pudieron actuar de nuevo a la luz del día. Las luchas sociales, enmudecidas pero no apagadas desde 1874, se reactivaron con fuerza; de entre todas ellas, destacó la huelga de tipógrafos de 1882, en la que tuvo un papel protagonista la madrileña Asociación del Arte de Imprimir, dirigida por Pablo Iglesias. Al calor del conflicto laboral se organizó una Federación Tipográfica a la que pertenecían trabajadores de todas las ideologías, pero que los marxistas utilizaron como base para constituir en 1888 la Unión General de Trabajadores (UGT). Presentamos el manifiesto fundacional que hicieron público, recogido en el primer número de su boletín La Unión Tipográfica, y la carta remitida desde Guadalajara, y publicada en ese mismo número, que da cuenta de la formación de la Sección alcarreña, cuya delegación al Congreso llevó Pablo Iglesias.

El primer Congreso tipográfico español a todos los obreros del arte de la imprenta
Compañeros:
El signo más saliente que distingue la época actual de las pasadas es el espíritu de asociación, que se propaga y desarrolla asombrosamente entre los miembros de la clase trabajadora. El desarrollo de la industria, que por una parte hace imposible toda mejora aislada, y por otra, bajando los salarios, empeora la situación económica del obrero, impulsa y obliga á éste á buscar su remedio, ó al menos las condiciones de alcanzarlo, en la inteligencia con los suyos, en la unión con los que sienten y padecen el mismo malestar y las mismas angustias.
Tendamos la vista por doquiera, y la afirmación que aquí sentamos la encontraremos demostrada por multitud de hechos. ¿Qué significan los congresos obreros que se celebran cada vez con más frecuencia? ¿Qué significan las constantes reuniones que obreros de todas clases llevan á cabo en sus respectivas localidades, con objeto de discutir la forma y los medios más pertinentes á la defensa de sus intereses? ¿Qué nos dice ese incesante bullir de los productores de la riqueza social? Dícenos que la necesidad, esa potente impulsora de toda transformación y de todo cambio, los empuja á cuidarse de sí mismos, cosa que no habían hecho hasta ahora.
Es cierto, muy cierto, que el problema envuelto en las aspiraciones de la clase trabajadora, de poner término á su explotación y á sus sufrimientos, es complejo; que su resolución exige previo acuerdo sobre cuestiones que hoy no aprecian todos los proletarios del mismo modo, y que este acuerdo, preciso y necesario, quizás tarde aún; pero si esto es exacto y verdadero, verdadero y exacto es también que hay una cuestión en la cual todos los obreros, toda una clase, están de acuerdo: esta cuestión es la de mejorar moral y materialmente las condiciones de su trabajo. Los que no conceden importancia á esta base de inteligencia entre los desheredados, y pretenden establecer otra más confusa y dada á sembrar la división y el caos, olvidan que así como Arquímedes hubiera movido la tierra dándole un punto de apoyo donde fijar su palanca, así la clase obrera, unida perfectamente en las cuestiones del trabajo, y empleando como palanca la fuerza que le da esta unión, podrá un día intentar y conseguir que sus males tengan término.
Tal es, al menos, la firmísima creencia que abrigan los delegados al primer Congreso tipográfico español.
Partiendo de este criterio, y conforme con el mandato que le confiaron sus representados, este Congreso se ha ocupado solamente en crear uno organización -la Federación tipográfica española - que tenga por objeto mejorar las condiciones de los que la forman y tender la mano para que logren lo mismo, ya á los obreros de la misma profesión de otros países, ya también á los trabajadores de otros oficios que necesiten su auxilio.
Si hoy por hoy -como siempre que se empieza una obra- los tipógrafos españoles y los obreros de los demás industrias similares no han podido hacer una organización tan vasta y general como es necesaria para que la clase obrera pueda organizar sólidamente la mejora de los intereses de todos, el Congreso tipográfico no ha dejado por eso de establecer, en la organización que ha creado, medios bastantes que faciliten en tiempo no lejano la unión de todos los obreros que aspiren á mejorar las condiciones de su trabajo.
Para que esto sea más factible, ha puesto especial empeño en que su obra no encerrase ningún principio de exclusión para los individuos que profesen en religión, en política y en economía determinadas ideas. Nuestra organización da cabida á todos los obreros del arte de la imprenta, tengan las ideas que quieran, siempre que estén guiados del deseo de mejorar sus condiciones.
Ninguna de las Secciones ó Subsecciones que formen esta Federación podrá, sin faltar abiertamente á los Estatutos aprobados por este Congreso, pedir una profesión de fe sobre tales ó cuales ideas á los que aspiren á venir á nuestro lado; sólo tendrán derecho á reclamar de ellos que declaren su conformidad con el espíritu que informa el trabajo que acabamos de hacer, y que estén dispuestos á acatar las reglas que éste dicta y las que haya acordado la Sección donde quiera ingresar. Cumplidos estos requisitos, es libre, completamente libre, de defender las ideas políticas ó sociales que tenga por conveniente, sin que se exponga de ningún modo, ni á ser censurado ni a ser excluido de la Federación tipográfica: carlista, monárquico liberal, republicano, socialista, revolucionario ó socialista anárquico, todos tendrán cabida en el organismo que acabamos de constituir; porque en él no se trata de dar solución á las ideas que cada cual profesa, sino de unir á los trabajadores de uno o varios oficios para mejorar sus condiciones, y los Comités y las Secciones que pertenezcan a la Federación Tipográfica tendrán sumo cuidado de que nadie, directa ó indirectamente, pueda convertir en sostén de una idea política determinada lo que debe ser firme apoyo única y exclusivamente de los intereses del trabajo.
Determinada la idea general de la organización que desde este día van á tener los tipógrafos de España y los demás obreros de las industrias similares, tócanos ahora manifestar cuál es el interés inmediato á que obedece.
El arte tipográfico y las industrias similares encuéntranse cada vez peor. De industrias privilegiadas que fueron un día, hállanse hoy en situación más difícil que las que no gozaron privilegio alguno. No entra en nuestro ánimo, estimándonos hermanos de los demos obreros, recabar para nosotros ninguna distinción; pero sí queremos, y estamos decididos á ello, poner coto á la creciente explotación de que somos objeto, explotación que mina nuestra salud terriblemente y convierte en seres raquíticos y enfermizos á nuestros hijos.
La asociación local, eficaz á veces, no lo es cuando se trata de obtener una importante mejora; el capital, que cuenta con muchos medios, puede resistir con facilidad el esfuerzo aunado de 50, 100 ó 200 trabajadores, los cuales, después de luchar cuanto han podido, vense obligados á pasar por las horcas caudinas de los que pueden considerar como sus señores.
No sucederá así desde el momento en que la reclamación de 50,100 ó 200 trabajadores de una localidad se encuentre apoyada por todos los del mismo oficio de un país. Entonces, las condiciones de la lucha no serán desiguales, como antes, y la razón y la justicia, que siempre están con los trabajadores, podrán triunfar.
A esta idea responde, en primer término, la tarea realizada por el Congreso tipográfico; á este objeto van á consagrarse desde luego, todas las fuerzas de nuestra Federación. De hoy en adelante, pues, las Sociedades que acepten y cumplan nuestros Estatutos no tienen que temer, en cualquier demanda justa que formulen, la escasez de sus recursos ó el poder de su enemigo: su reclamación será apoyada y sostenida por cuantos pertenezcan á la Federación tipográfica española. Esta, además, tiene la obligación de conocer las condiciones en que se encuentran los tipógrafos de cada localidad, y conocidas que sean, procurar el mejoramiento de los que las tengan peores.
Hasta aquí hemos sido impotentes para alcanzar estos resultados; pero unidas las Sociedades tipográficas por el lazo de la Federación, podrán hacer que las que un día fueron débiles arbolillos á merced del viento de la codicia, se trasformen hoy en árboles lozanos capaces de resistir el rudo vendaval de la explotación más desenfrenada.
Compañeros: La Federación tipográfica y de las industrias similares es un hecho. En ella caben cuantos ansíen mejorar las condiciones de su trabajo, piensen como quieran respecto á otras cuestiones. Venid, pues, á nuestro lado los que aún no lo estéis, y juntos todos, afianzaremos y robusteceremos la obra que acabamos de crear y que tantas ventajas ha de reportamos.
¡Viva la Federación Tipográfica española!
¡Viva la unión de los trabajadores!
Barcelona 1º de Octubre ele 1882.
Los Delegados: Pablo Iglesias.- Francisco Feito.- Francisco Alarcón.- Francisco Vives Mora.- Tomás López.- José Rodríguez La Orden.- Tomás Gentil.- Jaime Benet.- Pedro Ibáñez.- Pablo Claramunt.- Carlos Duval.- José Miguel.- José Cerdá.- Enrique Pastor.- Jaime Blanch.- Manuel Fernández.-José Famades.- Domingo Domenech.- Vicente Guillot.- Francisco Prats.

Guadalajara
6 de Noviembre de 1881.
Compañero Presidente e individuos del Comité central: Recibimos vuestra apreciable carta fecha 23 del pasado mes, y atentos á su contenido, nos apresuramos á contestar, remitiéndoles los datos y cuotas reglamentarias. Ante todo, les felicitamos en nombre de esta Sección por haber sido elegidos para constituir nuestro lazo federal, y confiamos fundadamente que tan dignos compañeros salvarán cuantos escollos se les presenten y cumplirán á satisfacción la importante y honrosa misión que les han impuesto.
Esta Sociedad se compone de 14 federados, clasificados, del modo siguiente:
Cajistas…13
Maquinistas…1
Total...14
De los cuales trabajan 13, cuyas cuotas les remitimos en sellos (por creer éste el mejor medio).
El Comité de esta Sección lo componen:
Presidente: Tomas Gómez
Tesorero: Julián Fernández Alonso
Secretario: Ligorio Ruiz.
Habiéndonos constituido en un principio como Subsección adscrita á la Asociación del Arte de Imprimir de Madrid, carecíamos de Reglamento independiente por qué regirnos; pero a la vista de los facultades que nos concede el artículo 5° de nuestros Estatutos, nos organizaremos definitivamente á lo mayor brevedad.
Podéis tener la completa seguridad, apreciables compañeros, de contar con nuestro apoyo decidido para llevar á buen puerto la nave que os está confiada.
Aceptamos gustosísimos la amistad con que nos brindáis, y en justa reciprocidad se ofrecen como vuestros verdaderos compañeros, que os desean salud y trabajo.
Tomás Gómez, Presidente. Ligorio Ruiz, Secretario

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