La Alcarria Obrera fue la cabecera más antigua de la prensa sindical en la provincia de Guadalajara en el siglo XX. Heredera del decimonónico Boletín de la Asociación Cooperativa de Obreros, comenzó a publicarse en 1906 y lo hizo ininterrumpidamente hasta que, en el año 1911, dejó paso a Juventud Obrera.

El odio de la burguesía y el terror al que fueron sometidas las clases populares provocaron su total destrucción: hoy no queda ni un sólo ejemplar de ese periódico obrero.

En 2007 recuperamos La Alcarria Obrera para difundir textos fundamentales y originales de la historia del proletariado militante, con especial dedicación al de Guadalajara, para que sirvan de recuerdo histórico y reflexión teórica sobre las bases ideológicas y las primeras luchas de los trabajadores en pos de su emancipación social.

28 de abril de 2008

Editorial del primer número de Hoz y Martillo

El día 8 de enero de 1937 se publicaba el primer número de Hoz y Martillo, el órgano del Comité Provincial del Partido Comunista de España en la provincia de Guadalajara. El carácter minoritario de los comunistas en tierras alcarreñas, a pesar de su creciente influencia en la Unión General de Trabajadores (UGT), había impedido al PCE tener su propio órgano de prensa hasta ese momento, a pesar de que su Secretario Provincial, Vicente Relaño, colaboraba en otros periódicos de la izquierda política desde años tras. En su primer editorial, carta de presentación del nuevo semanario, insiste en el proceso de militarización del ejército, centralización de la dirección política y liberalización de la economía, en abierta oposición a las colectivizaciones anarcosindicalistas, una línea de enfrentamiento con la CNT que le arrastra a pedir la depuración de las organizaciones obreras y el respeto para los campesinos católicos.

Nuestro Comité Central ha hecho público, recientemente, un magnífico manifiesto, cuya mejor glosa ha sido el aplauso unánime de toda la opinión antifascista. Nuestro órgano central, Mundo Obrero, en sus ediciones diarias, plantea la justa situación de la guerra y sus relaciones, orientando al pueblo en armas y ligando, cabalmente, la retaguardia con los frentes. Nuestros Comités Provinciales, nuestros Radios locales, nuestras células, toda la armadura de nuestro Partido, rebosante de sustantiva vitalidad, se moviliza ardorosamente hacia un solo fin: ganar la guerra. Cientos de militantes comunistas han dado ya su vida a la causa antifascista y cientos de militantes comunistas forman hoy legiones de combatientes abnegados, disciplinados, conscientes, dando con su ejemplo al nuevo Ejército Popular el aglutinante preciso, necesario para soldarle en moldes de homogeneidad eficiente. Lo decimos con orgullo, sin jactancia, con las pretensiones derivadas exclusivamente de nuestro deseo, de la obsesión de vencer al fascismo. De arriba abajo y de abajo a arriba, nuestro Partido, que es un Partido de clase, que tiene sus formas y sus modos peculiares, que constituye la vanguardia organizada del proletariado, ha sido, en las palabras y en los hechos, el más decidido defensor de la democracia, el más firme puntal del Frente Popular, sincero defensor de las libertades del pueblo. Su lealtad, su sacrificio, su desinterés, todo el torrente de sus esencias vertidas para obtener la victoria sobre el esqueleto de la España muerta le han granjeado las simpatías generales del pueblo y el respeto y la admiración de todas las organizaciones que forman el Frente Popular.
Para continuar esta tradición gloriosa de nuestro Partido, cuajada en la conciencia popular, aparece Hoz y Martillo. Para gritar la verdad y clavarla, como un jalón de conquista, en cada parapeto, en cada Batallón, en cada pueblo, en cada finca, en cada Sindicato, allí donde late el espíritu de la nueva España, y donde el crimen y la barbarie han hecho del coraje un deber, y del odio una afirmación. Para decir al Miliciano, al Soldado de la República popular que el mundo trabajador pende de su fusil, y que multiplique, con rabia, su heroísmo disciplinado; y a los mandos que, de nuestra parte, trabajaremos incansablemente por perfeccionar, aún más, el Ejercito de la República. Para acabar con el sectarismo en el campo. Cientos y cientos de pequeños campesinos y arrendatarios todavía no han comprendido que el fascismo es su enemigo mortal, y que nosotros, los antifascistas, llevamos en nuestros banderines de combate el emblema de la libertad. Hay que marcar a los Sindicatos sus obligaciones y sus tareas, extirpando los mezquinos odios rurales. Que sepan que no puede atropellarse al pequeño campesino, aunque se llame católico, aunque votase a las derechas: que no puede desahuciarse al colono por las mismas causas en nombre de una colectividad que empieza no siéndolo. Los Sindicatos –también- deben ser los mejores propagandistas y estimulantes de la producción. Hay que recoger toda la oliva para ganar la guerra. Hay que sembrar todo el terreno para ganar la guerra. Hay que carbonear para la guerra. Todos nuestros esfuerzos, todos nuestros entusiasmos, todos nuestros pensamientos hacia un solo fin, con un solo objetivo obsesionante: ganar la guerra, acabar con el fascismo, liberar a los oprimidos, reconquistar la democracia para el mundo.
Para eso, y para más, sale Hoz y Martillo. Para desenmascarar a cuantos olviden sus deberes de antifascistas. Para impedir que la incorporación del campesinado a las corrientes liberadoras de esta guerra suponga la entrega descarada de la dirección política en los pueblos, en las aldeas a lo mas podrido, a los caciques tradicionales del romanonismo y de la reacción. Para pedir la depuración honrada de todas las organizaciones. Para dar justamente un sentido de unidad y de acción dentro de la lógica antifascista a todas las masas populares, acabando con toda idea o atisbo de competencia perjudicial.
Y también afirmando toda responsabilidad para robustecer la autoridad del Gobierno del Frente Popular. Nadie, ni organizaciones ni individuos, pueden salirse de la órbita de la autoridad gubernamental. Un solo mando, una sola dirección. Un solo criterio dentro de la democracia del Frente Popular.
Para luchar por todo esto aparece Hoz y Martillo, órgano del Partido Comunista en Guadalajara y su provincia, siguiendo la flecha certera de nuestro Partido, clavada mortalmente en el corazón del fascismo. Con una retaguardia organizada, preparada, ligada a la guerra y con un frente de lucha como el nuestro, valiente, disciplinado, consciente, derrotaremos al fascismo, haciéndole morder el polvo de nuestras sierras y pinares. Sobre pirámides de muertos traidores, de terratenientes, de extranjeros, de usureros, de caciques y curas renegridos clavaremos, a golpe de puño, la bandera de nuestra victoria, la victoria de la democracia popular sobre la tiranía criminal del fascismo.
Camaradas del frente, Hoz y Martillo, el primer semanario comunista que sale a la publicidad en nuestra provincia como órgano de expresión directa del Partido, nace en un periodo de guerra que ilumina ante el mundo el extraordinario heroísmo de nuestras grandes masas populares movilizadas. Este es su destino más honroso ahora: aparecer en plena lucha revolucionaria del pueblo contra el fascismo invasor de nuestro país y en defensa de las libertades proletarias. Vosotros, fusil al brazo y en el corazón de luchadores la fe comunista, estáis siendo los forjadores del futuro social del pueblo productor; sois lo más abnegado de este propio pueblo productor. La España trabajadora se siente confiada y fortalecida en vuestros sacrificios mismos, precursores de la gran victoria antifascista.
Hoz y Martillo, vuestro periódico comunista de la provincia, os envía, al frente, el aliento combativo de su dedicatoria más fraternal. Ayudadnos a colaborar, también, en nuestra entusiasta aspiración.
Salud, camaradas.

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